En un franco ataque de pánico, sin autocrítica y lo que es peor, sin pudor alguno, como si creyeran que nacimos hace 5 años, los intelectuales orgánicos mantienen y vigorizan un discurso delirante y lleno de prejuicios, que no les permitirá –de seguir por ese camino- construir una alternativa real de contrapeso al poder reformador de López Obrador y al segundo piso de la 4T que encabezará Claudia Sheinbaum. Acusan a López Obrador con las siguientes falacias:
1.- La intervención presidencial en las elecciones para ganar el 60% de los votos y la mayoría calificada para la coalición gobernante. Olvidan que Salinas de Gortari se recuperó del fraude de 1988 con un operativo de Estado, de Palacio y presidencial junto con Manuel Camacho Solís para recuperar en 1991 la mayoría priista que le permitió lanzar una gran reforma del Estado que cambió la Constitución y pasó del Estado social al Estado de mercado subordinado a los intereses de Estados Unidos. Los intelectuales orgánicos ya eran parte de ese sistema con contratos para editar sus revistas.
2.- Criticaron, se opusieron y buscaron cambiar el modelo político permitido por la Constitución para otorgarle a Morena y aliados la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y acercarlo a una condición similar en el Senado. Ciertamente, los presidentes Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto carecieron de mayoría absoluta de sus respectivos partidos; sin embargo, se les olvida que con alianzas y compra de legisladores –de manera sobresaliente los del PRD de Los Chuchos— lograron construir una mayoría calificada para seguir cambiando la Constitución sin la negociación con el cardenismo ni con Morena. O sea, sus mayorías sí eran artificiales y corruptas.
3.- Se quejan de que magistrados del IFE y del Tribunal Electoral avalaron la mayoría calificada de Morena, pero hasta ahora nadie dio una argumentación que revele violación flagrante de la ley para que su aliada la Suprema Corte de Norma Piña evitara las reformas a partir de esa mayoría calificada. Olvidan, otra vez, los intelectuales orgánicos, que el IFE y el Tribunal Electoral actual fueron creados por ese modelo inexistente pero argumentativamente impositivo de la “transición a la democracia” que vendió de manera fraudulenta José Woldenberg, cuando en realidad, solo se trató del respeto al voto y no de algún pacto reorganizador de la República. Según ellos, México todavía permanece en transición y con López Obrador pasamos a una regresión.
4. Por si esto fuera poco, en un último esfuerzo desesperado en términos judiciales de la ministra presidenta de la Corte, Norma Piña Hernández, ordenó a un par de jueces que intervinieran en el funcionamiento interno del poder legislativo, lo cual estaría reflejando una conducta autoritaria, dictatorial y de enorme resentimiento de la señora ministra contra la apabullante mayoría legislativa de Morena. Nuevamente, la neófita política de Norma Piña será recordada por haber jugado políticamente desde la SCJN, a grado tal que el 04 de septiembre, ya les reformaron el poder judicial.
Los argumentos delirantes de los intelectuales orgánicos y las tristes maniobras leguleyas de la desinflada ministra presidenta de la Corte, Norma Piña, parece ser que serán los últimos estertores de una oposición desarticulada que estaría dando indicios de una debilidad que no servirá para cambiar la correlación de fuerzas político-partidistas en las elecciones legislativas del 2027.
Leonardo Álvarez
@leon_alvarez