El municipio de Durango, si bien cuenta con zonas de vocación eminentemente agrícola, éstas solo representan el 0.8% de las personas ocupadas de manera formal en actividades relacionadas con la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca.
El sector secundario, aglutina el 25.5% de la fuerza laboral. Las personas ocupadas en este sector se concentran en la industria de la transformación (59.0%); construcción (35.0%); y en las actividades relacionadas con la extracción y en la generación de electricidad (6.0%).
Los servicios (sector terciario) representa el sector más importante en la estructura económica del municipio de Durango, ya que 3/4 partes (73.6%) del bono laboral se emplea en prestación de servicios distribuidos de la siguiente manera: Una tercera parte en el comercio (29.0%); la quinta parte (19.0%) en la prestación de servicios sociales; el 10.0% en la prestación de servicios profesionales, misma proporción de aquellas personas que trabajan en los restaurantes y servicios de hospedaje; el 7.0% en el sector telecomunicaciones y transportes; y el resto se distribuye en el gobierno y otros servicios.
Estos datos competen solo a la “capital”; sin embargo, muestra la gravedad de las condiciones económicas y sociales en la mayoría de nuestros municipios y regiones en el tema de los ingresos, el empleo y la generación de riqueza. De ahí que estén a merced de actividades lícitas e ilícitas que les permitan sobrevivir. En muchas ocasiones, “al costo que sea”.
Desde luego que no es fácil encabezar un gobierno con múltiples problemas que no solo se resuelven desde el presupuesto público. Hay que estar en los zapatos de nuestros gobernantes para saber perfectamente a los problemas jurídicos, políticos y de fuerzas de poder que interfieren para incidir con éxito a través de políticas públicas.
Sin embargo, los momentos de desazón son también momentos de riesgo pero sobre todo de oportunidad. Riesgo de trastocar lo que sí funciona en aras de lograr la redención, y oportunidad de construir algo nuevo, distinto, que resuelva los entuertos en que Durango y nuestro país están atorado. El momento actual da para las dos cosas: la pregunta es cómo contribuirán quienes tienen poder real, la clase política, los empresarios, los grupos de poder y qué aportarán los potenciales candidatos y redentores al proceso. Recuerde, siempre estamos a merced de los slogans de gobierno y de los políticos…
Le parece familiar esto: “El mejor gobernador que ha tenido Durango en la historia…” “Durango hacia la modernidad…” “Viene lo mejor para Durango…” “Durango se transforma…” “Durango hacia la grandeza…” “Crecemos…” “Presupuesto participativo…” “Un gobernador de verdad…” “Durango te quiero feliz…” pues bueno, es cierto, hay un giro radical en nuestra entidad y la transparencia y la rendición de cuentas son el eje; pero, necesitamos hechos concretos.
El panorama es por demás claro y complejo: una población a la vez cortejada por todos, pero también abandonada; todos quieren su voto, pero nadie quiere que participe, influya ni, mucho peor, se queje («ya chole con sus quejas»). La población está ahí para servir a los políticos: algunos se dirigen a ella para amenazarla, otros para prometer y otros para esquilmarla. Como sociedad necesitamos dar ese paso que hace falta y que no nos hemos atrevido a dar: exigir, presionar.
Nuestro verdadero dilema es el mismo que hace cincuenta años, pero ya es ineludible. El país requiere una cabal transformación política fundamentada en una población efectivamente representada, un sistema de gobierno que le responda y un gobierno que tenga por propósito ese verbo ausente: gobernar.
@leon_alvarez