«El PRI y el PAN de Marko Cortés llevan años negociando un presente, y eventual futuro, en común. Son el agua y el aceite de ayer y viejos resabios subsisten. Tanto que, por ejemplo, es un misterio cómo votarán panistas y priistas yucatecos, que tras competir siempre entre ellos ahora irán juntos.
Proponer una coalición de irreconciliables implica costos internos y externos. La justificación debería ser que los mueve un bien mayor, y que sólo negocian o ceden cosas presentables. Dicho en contrario, no comprometer lo esencial.
Al sostener que el dominio de Morena es un peligro para la democracia mexicana, los rivales de antaño han pactado alianzas. No es algo tan novedoso: cuando se trataba de sacar al PRI de Los Pinos y de otros espacios, PRD y PAN (otra antinomia) se llegaron a aliar (Hidalgo, Chiapas, v, gr.).
El problema es que, gracias al documento revelado el martes por el panista Marko sobre lo negociado en Coahuila, donde ese frente opositor pudo retener la gubernatura, se rompe toda posibilidad de creer que al coaligarse estos partidos son movidos por un ánimo democrático. Es pura conveniencia»: Salvador Camarena.