Del “vámonos legitimando” al “haiga sido como haiga sido”…

La falta de autocrítica y la colosal falta de memoria de la oposición y los intelectuales orgánicos le ha hecho mucho daño a esta elección -y a la democracia que tanto defienden- y siguen sin darse cuenta.

Al acusar un fraude y poner en vilo desde el día de la elección el trabajo del INE y los OPLES locales, lo único que están logrando es darle la razón a López Obrador y la izquierda para terminar por darle la estocada final al INE y otros “organismos autónomos”, incluida la SCJN. No es posible que un día defiendan al INE y al día siguiente lo dinamiten. 

Toda elección es inequitativa porque siempre va a existir un partido en el poder y otros en la oposición. El que tiene el poder, tiene logros que puede presumirle a los ciudadanos. Pero no siempre. Si el partido en el gobierno siempre tuviera la sartén por el mango, el PRI jamás habría perdido contra Fox o López Obrador no hubiera ganado contra Meade y Anaya. Lo que sucedió es que les pasó una aplanadora encima el 02 de junio pasado. Es justamente lo que deben estar analizando. ¿Por qué les pasaron por encima?

La coalición “Fuerza y Corazón por México” de Claudio X y compañía, y que, avalada por los intelectuales orgánicos equivocaron su estrategia a base de guerra sucia, mentiras y una confrontación sistemática que les perjudicó y les hizo mucho daño, simplemente no quieren reconocer.

Parece que no tienen memoria. Quiero poner énfasis solo en dos graves y serias contradicciones en las que han caído los intelectuales orgánicos y la oposición. La primera, en 1988, cuando precisamente se llevaron a cabo las fraudulentas elecciones con las que Salinas llegó a ser presidente, los abajofirmantes olvidan que validaron la concertacesión del PRI y el PAN, y el discurso de validación fue que Salinas se iría legitimando con el ejercicio del poder. Nació el “vámonos legitimando” sobre la marcha. Incluso, deben recordar que desde el Congreso, Diego Fernández de Cevallos avaló la quema de las boletas para evitar “controversias” innecesarias. Tampoco recuerdan que con la aplanadora PRI-PAN desde el Congreso avalaron el quiebre de la SCJN que hizo Zedillo, el Fobaproa, y el aumento del IVA de 10 a 15%, por citar solo unos cuantos asuntos. De eso ya no se acuerdan.

La segunda contradicción ocurrió en 2006, cuando Felipe Calderón “ganó” la elección avalada por el IFE de Luis Carlos Ugalde por 0.56 puntos de diferencia. Ahí se cocinó el “haiga sido como haiga sido”. Desde el Congreso, PRI-PAN aplastaron cualquier intento del PRD y de López Obrador por acusar el fraude electoral, lo que derivó en la toma de Paseo de la Reforma y de la presidencia legítima de López Obrador. De eso ya no se acuerdan, tampoco.

Del “vámonos legitimando” de Salinas, al “haiga sido como haiga sido” de Calderón, los opinadores han pensado que la legitimidad de origen no es el voto sino el procedimiento de la elección: tantas casillas instaladas, actas computadas, resultados. No importa que no coincidan con la voluntad popular. Fue un concepto formalista que, en el fondo, albergó la posibilidad del fraude electoral.

En las posturas de los opinadores, tanto en 1988 como en 2006, el tema no era la democracia sino la estabilidad post-electoral; es decir, “administrar”, “gestionar” la insatisfacción, la indignación moral, y la ira colectivas. Ahora, con las intenciones de voto prácticamente decididas en proporciones que van del 2 o 3 a 1, los mismos opinadores hablan de “elección de Estado” y, ahora sí, por primera vez de “fraude” y “anulación”.

No se están dando cuenta que el berrinche, la colosal falta de autocrítica y de memoria de la oposición y los intelectuales orgánicos, le están haciendo daña nuestra democracia. Aún no quieren reconocer que les pasaron por encima por sus propios errores.

Leonardo Álvarez
@leon_alvarez