México tiene un régimen fiscal innecesariamente complejo y la tercera tasa más altas de la OCDE. Además, hay que considerar todos los otros costos relacionados con corrupción e inseguridad que tienen que absorber las empresas en México.
Si estamos pensando en ser competitivos con el mundo, pero, además, defender el TLC de Trump, sólo seremos atractivos si podemos ofrecer impuestos competitivos, trabajadores educados y bien capacitados, capaces de altos niveles de productividad; si ofrecemos infraestructura moderna, tramitología eficiente, reglas claras y leyes bien aplicadas, y seguridad física. Sin embargo, la prueba PISA es un mal presagio, nos dice que mientras otros países han construido sistemas educativos modernos, nosotros llevamos más de una década estancados, por ejemplo.
A diferencia de Francia o Bélgica, que son los únicos países con impuestos corporativos más altos que México (Trump anunció que bajará drásticamente la de EUA), nuestra infraestructura es deficiente, pero nuestro gobierno ha decidido privilegiar recortes en el gasto en inversión, para poder incrementar el gasto corriente (intocable, pues hay elecciones en el Estado de México). Cuando toda la investigación educativa nos dice que, por mucho, lo que define el éxito de un sistema es la calidad del maestro, nosotros acabamos de recortar fuertemente el presupuesto para capacitar a los nuestros, como si no hubiera un millón de rubros de gasto inútil que deberían cortar antes (publicidad del gobierno, por ejemplo).
@leon_alvarez