Jorge Clemente Mojica Vargas: “yo no aspiro a nada”

Jorge Clemente Mojica Vargas

… Solo a “una empresa política que se llama PRI”

 

Ya lo dice el dicho: las derrotas son huérfanas o, en el menos peor de los casos, parecen hijas de la generación espontánea, como si una causa irreal, o al menos desconocida, les hubiera dado la existencia. Luego del 5 de junio de este año, el Partido Revolucionario Institucional lo sabe.

En los primeros días después de la elección, fueron el pasmo y la sorpresa; la incredulidad de tantos. Con el tiempo, sin embargo, comenzaron a surgir las voces de los nuevos especialistas, los improvisados que si antes aplaudieron todo y sentenciaban juiciosos “vamos bien”, luego deploraban todo también: la selección del candidato, el equipo de campaña, la estrategia, el discurso, el uso de los medios de comunicación y las redes… las ocurrencias. Lo sabían desde antes, pero antes no dijeron nada.

Hoy es 20 de diciembre, martes, y parece que hay algunos a los que todavía no les cae el veinte y han retomado la normalidad sin haber pasado antes por un periodo, indispensable, de reflexión. Basta ver la parafernalia tricolor para el recibimiento en Durango de Enrique Ochoa Reza, el líder nacional tricolor, quien llega triunfante a uno de los estados que el Revolucionario perdió el primer domingo de junio.

La misión de Ochoa: formalizar el nombramiento del delegado nacional priista que conducirá la elección del próximo presidente estatal, delegado que ya fue advertido por Oscar García Barrón, uno de los aspirantes, quien sentenció: “no vamos a permitir que un delegado venido de fuera imponga al próximo presidente del partido en Durango”.

Pero más que la repentina iluminación de la nueva clase ilustrada priista, se hace necesario escuchar las voces de los militantes de antaño, aquellos que han acumulado años y experiencia y que no son de ahora ni buscan un estatus, que ya tienen por su trayectoria. A ellos, quizá más que a otros, toca responder la pregunta: ¿por qué perdió el PRI el 5 de junio?

“En el ámbito nacional, más que un voto en favor de la oposición, hubo un voto de rechazo a los gobiernos emanados del PRI, muchos con mucha corrupción. Es un rechazo, un hartazgo del ciudadano de que los gobernantes lleguen al poder a enriquecerse. Fue una avalancha de rechazo a esta corrupción”, así lo dice el Ing. Jorge Clemente Mojica Vargas, director del periódico Victoria de Durango y aspirante a dirigir al PRI en el estado.

“Al PRI le faltó señalar, a nivel de gobernador o de cualquier nivel, que tiene actos de corrupción. Existe confusión, existe desarticulación; falta un liderazgo claro, fuerte”.

La historia de Durango y del PRI era prácticamente la misma, como lo era también en Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz, estados donde el tricolor nunca había perdido. Eso, la permanencia sin cambios, engendró en la clase política priista el peor de los pecados, fuente de todos los demás: la soberbia. Así llegaron al día de la elección.

Una consecuencia de lo anterior fue la simbiosis entre el gobierno y el partido, como si ambos fueran la misma cosa, o uno la sucursal del otro. Mojica Vargas lo dice:

“El PRI en los últimos años, fundamentalmente en estos últimos seis años, se manejó como una oficina más de gobierno, en donde las decisiones no se tomaban hacia adentro; (no se escuchaba) a los sectores, las organizaciones, a su base militante. Eran decisiones cupulares, externas inclusive.

“Obviamente para nadie es desconocido que en el caso del hermano del exgobernador, Toño Herrera, es el que se conoce con toda precisión que es el que ponía e imponía”; el PRI se convirtió en “una oficina burocrática, más que un partido político”. No hay concesiones a la hora de señalar.

Por eso, hoy más que nunca, al PRI le hace falta una dirigencia distinta: que no sea autocomplaciente, que ejerza la crítica hacia adentro, que sea menos discurso y más acción, que sepa aprovechar la ahora obvia distancia con el gobierno en turno, que entienda que el partido perdió y por qué perdió, que se atreva a mirarse en el espejo… y, también, que llegue para quedarse, es decir, que su vocación sea recomponer la situación interna y no asumir la dirigencia como un trampolín. El partido no puede seguir siendo un medio; para el próximo dirigente, debe ser un destino.

Por eso la pregunta: ¿aspira Jorge Mojica a ser el próximo presidente? La respuesta es . Sin embargo, él tiene su idea propia…

“Me han preguntado ‘cuál es tu aspiración’, en el supuesto caso de que yo sea. Digo que yo no quiero nada, y además lo digo públicamente: yo no quiero nada, nada; absolutamente es nada, yo no aspiro a nada.

“Yo lo único a lo que aspiraría es a una empresa política que se llama PRI. Mi vida ha sido de retos y este sería un reto más, complicadísimo, pero son retos que habrá que tomar con profesionalismo y hacer el mejor esfuerzo para tener mejores resultados”.

Para Mojica Vargas la competencia interna no solo es bienvenida, sino necesaria. Pero el requisito indispensable es uno: competir pensando en el partido, no en la aspiración personal a futuro.

El PRI exige un jefe de tiempo completo, que se quede. ¿Podrá tenerlo ya?

(Fragmento de la entrevista en El Cabaret Itinerante, del martes 13 de diciembre de 2016).

@juanlosimental