A 90 días del cambio… las oficinas siguen siendo frías

Desempleados

Juan L. Simental

Vienen las vacaciones de fin de año y la burocracia se irá con la promesa cumplida de que sus gratificaciones no faltarán. Se irán y las oficinas van a cerrar. Otros seguirán esperando. Ojalá que para ellos también hubiera una respuesta

 

Tienen razón los que afirman que 90 días son muy pocos para calificar el trabajo de un gobierno. Es verdad. Tres meses pueden servir, apenas, para aminorar la inercia que se trae de la administración anterior. Sin embargo, como sentencia la Palabra, por sus frutos es como se conoce al árbol. De ahí que, aunque verdes, ya hay frutos que dan al menos un indicio de su calidad.

Y más allá de los discursos, de las gráficas para las primeras planas, de las sonrisas y apretones de mano satisfechos, de la renovación de las promesas de bienestar y de la palabra que frente a los medios se vuelve a empeñar, habría que acudir a las obras –que obras son amores y no buenas intenciones- y, entre todas, aquellas que exhiben o tendrían que exhibir que los propósitos cuajados en campaña –como aquel del bienestar para todos- se cumplen.

A finales del mes de noviembre pasado, el gobernador José Rosas Aispuro Torres afirmó frente a los medios de comunicación que los trabajadores al servicio del Estado –la burocracia- no deben temer que la difícil situación económica de las arcas estatales impida el pago del aguinaldo y demás prestaciones a que tienen derecho en esta temporada del año.

Dijo que aunque hay adeudos y el faltante, tan solo para el cierre del año, asciende a dos mil millones de pesos, los trabajadores podían estar tranquilos pues no serían afectados de ninguna manera: “deben permanecer tranquilos, pues habrán de recibir su aguinaldo, bonos y demás prestaciones en la fecha estipulada, sin contratiempos, para que puedan disfrutar las fiestas decembrinas con toda tranquilidad.

“Es uno de los compromisos más fuertes que nos dejó la pasada administración, pero estamos listos para hacerle frente y cumplir a los trabajadores, padres y madres de familia” (Milenio, sección Laguna; 29 de noviembre de 2016). Hasta ahí, todo bien. Sin embargo, hay otros para quienes, hasta el momento, nadie tiene una respuesta.

Se trata de trabajadores y trabajadoras del gobierno estatal pasado que fueron despedidos y a quienes, hasta la fecha, no se ha pagado finiquito alguno y ahora viven en la incertidumbre.

Hay personas que fueron separadas de sus puestos incluso desde septiembre y hay otras recortadas en octubre, pero en ambos casos es lo mismo: cada día recorren oficinas donde nadie les da una respuesta acerca del finiquito que hasta ahora no se les ha entregado; frías oficinas donde quienes los atienden responsabilizan a otros por el incumplimiento. Como se afirma vulgarmente, se echan la bolita unos a otros.

El drama de muchos de ellos se agudiza, pues ya termina la primera quincena de diciembre y las deudas para sobrevivir desde la fecha del despido apremian, la Navidad –con todo lo que esta implica- se viene encima y no hay aguinaldo, no hay finiquito, sino solo falta de respuesta, evasivas y la muy conocida frase: dese la vuelta otro día.

En el caso de algunos, que iniciaron el trámite en la Junta de Conciliación y Arbitraje para la firma del convenio laboral de retiro y la entrega de la primera parte del finiquito, la dependencia que es “la otra parte” no se ha dado por enterada de su compromiso con el extrabajador y… no hay pago y no saben cuándo lo habrá.

Lo irónico de la situación es que muchos de ellos, los que ahora recorren dependencias y oficinas en busca de lo que en justicia les pertenece, votaron el 5 de junio por el cambio; se atrevieron a creer que una vez que el PRI se fuera la situación sería distinta. Para ellos lo es… peor también es distinto: sin trabajo –o con uno con un salario menor-, con deudas, sin dinero, en pleno diciembre y sin respuestas y una gran incertidumbre. ¿Para esto era el cambio?

Parece que alguien en el equipo del gobernador Aispuro no está haciendo su trabajo. ¿Lo sabrá?

Vienen las vacaciones de fin de año y la burocracia se irá con la promesa cumplida de que sus gratificaciones no faltarán. Se irán y las oficinas van a cerrar. Otros seguirán esperando. Ojalá que para ellos también hubiera una respuesta.

(Hace algunos años, quien esto escribe se lo dijo personalmente, micrófono en mano, al entonces alcalde de Durango, José Aispuro Torres, quien iba acompañado por el entonces diputado local Adán Soria: “qué bueno que venga y vea esto por usted mismo, porque cuando el ciudadano va a las oficinas no es igual: las oficinas son frías”. Parece que siguen siendo tan frías como entonces).

@juanlosimental