Gabriel Boric, el presidente que con 36 años de edad asumió la conducción de Chile el pasado viernes, sentenció en su discurso de inauguración frente al pueblo, la decisión de reorientar la política exterior del país para hacerla esencialmente latinoamericanista y absolutamente vinculada a la defensa irrestricta de los derechos humanos.
“Sabemos que a todas las dificultades se suma un contexto internacional marcado por la violencia en muchos lugares del mundo y hoy también por la guerra. Y en esto quiero ser muy claro, Chile promoverá siempre el respeto de los derechos humanos, en todo lugar y sin importar el color del gobierno que los vulnere”, afirmó desde un balcón del Palacio de La Moneda, la sede del gobierno, hablando al país y a la multitud congregada en la Plaza de la Constitución.
También fue claro en que dará un impulso a la cooperación y coordinación regional.
“Desde Chile, en nuestra América Latina, porque somos profundamente latinoamericanos y basta de mirar con distancia a nuestros países vecinos, somos profundamente latinoamericanos y un saludo a nuestros pueblos hermanos, desde aquí, desde este continente haremos esfuerzos para que la voz del sur se vuelva a escuchar firme en un mundo cambiante”, proclamó.
Para el novel mandatario “son tantos los desafíos: la emergencia climática, los procesos migratorios, la globalización económica, la crisis energética, la violencia permanente contra las mujeres y disidencias”, que corresponde “trabajar juntos con nuestros pueblos hermanos, como lo conversábamos con presidentes de otros países. Nunca más mirarnos en menos, con desconfianza, trabajemos juntos en América Latina para salir adelante juntos”. Indicó que Chile no se alineará a ningún poder global, “practicaremos la autonomía política a nivel internacional, sin subordinarnos nunca a ninguna potencia y cautelando siempre la coordinación y cooperación entre los pueblos”.
La anterior fue una de sus definiciones, junto a otras la tarde del viernes en la capital chilena, que lo alejan del polo derechista regional, conducido por Colombia y por Brasil, en el cual el ex gobernante Sebastián Piñera instaló las relaciones exteriores de Chile.
Otro de los momentos trascendentes de Boric, fue cuando solicitó a la ciudadanía ser protagonista activo de su gobierno.
La Jornada