«Entre la irreverencia y la procacidad, Carlos José Lazo Reyes irrumpió en el medio financiero mexicano, hace 15 años. Venezolano de origen, chihuahuense por adopción, brincó de la mercadotecnia —estuvo en CMI, una central de medios de América Móvil— a las apuestas deportivas sin red de protección.
Desde hace un mes nadie lo ha visto. Ni en Querétaro ni Chihuahua ni en Guadalajara. Las demandas laborales detuvieron la construcción de su plaza comercial en la capital tapatía, pero el desfalco de miles de clientes de sus plataformas —de sport books o su fondo de inversión— generaron órdenes de presentación que no serán atendidas.
Con tantos enemigos acumulados en un lustro, que ahora esté ilocalizable resulta una obviedad. Justo hace dos años, Lazo Reyes activó una campaña mediática contra los dueños de Bankaool. En su portafolio de marcas ya tenía dos equipos profesionales, una casa de apuestas y un rancho tequilero; sólo le falta una institución financiera para completar la estructura que le permitiría ofrecer un servicio integral.
Ese hostile takeover no pudo concretarlo. Tampoco, la compra de un banco en Panamá ni la licencia de Forbes para México y Centroamérica. Lazo Reyes está convencido de que es posible “vivir de los deportes” sin practicarlos. ¿Su modelo de negocio? Evangelizar a un sector del público inversionista —pequeños ahorrados, siempre en su narrativa— para convertirlos en traders»: Alberto Aguirre.