«Desde que cumplí los ochenta a mis amigos les dio por apodarme el Biden. Todo porque no quiero aún retirarme. Igual que aquel presidente de Estados Unidos de los años veinte, me siento en perfectas condiciones para seguir trabajando. No veo por qué debería dejar mis clases y aún tengo varios libros por escribir.
Además, me tiene muy contento que el banco me acaba de dar un crédito a diez años para comprar una vivienda nueva. Me mudé al barrio La Mar. Siempre me gustaron los acuarios, pero nunca me imaginé que iba a habitar dentro de uno. Desde que comenzó la moda de las ciudades biomiméticas, hay un boom inmobiliario porque ahora, sin tener que mudarte lejos, puedes elegir si quieres una casa en el bosque, en medio del desierto o, como es mi caso, disfrutar que fuera de mis ventanas simula estar el arrecife más grande de Australia.
Over the coming days we expect that dozens more hostages will be returned to their families, including American citizens.
— President Biden (@POTUS) November 25, 2023
We will not stop until all hostages are released by Hamas. pic.twitter.com/tf6Q6975Zm
En mi curso de historia del siglo XXI cuento a mis alumnos que una de las revoluciones más impresionantes de nuestra generación fue la que sufrió la arquitectura. Con el problema del cambio climático, tuvimos que inventar materiales que fueran resistentes a los huracanes o los temblores y también que nos ayudaran a experimentar con indiferencia los cambios de temperatura, las inundaciones o la escasez prolongada de lluvia.
El desarrollo de materiales nuevos, a la vez resistentes y térmicos, junto con el paisaje urbano que ahora puede imitar a la naturaleza, nuestras ciudades se parecen poco a las que había cuando yo nací»: Ricardo Raphael.