I. Ley Peña Nieto
Septiembre 15 de 2011. David Sánchez Guevara, diputado federal priista por Naucalpan, Estado de México, anuncia la presentación de una propuesta de ley para reformar el Código Penal y sancionar con cárcel a quienes hagan mal uso de las redes sociales. Y es que, dijo el diputado del PRI, “se tienen que evaluar las consecuencias penales que deberán enfrentar los tuiteros irresponsables”.
De acuerdo con sus argumentos, “herramientas tecnológicas como Facebook o Twitter son utilizadas únicamente para desprestigiar a personajes públicos por medio de información falsa, lo cual puede generar terror entre la población y denostar a los políticos en campaña”. (“Ley Peña Nieto: ¿la mordaza en las redes sociales?”, sexenio.com; 15 de septiembre de 2011).
Aunque para Sánchez Guevara las redes sociales “no representan una amenaza real”, hay ocasiones extremas en las que “sí han terminado por hacer mella en la integridad y honorabilidad de figuras públicas”.
La iniciativa fue desechada, irónicamente, por la presión de los tuiteros del país, quienes armaron una campaña que fue difundida en la red social con la etiqueta #LeyPeñaNieto. De paso, la andanada en contra del diputado David Sánchez fue notable. (Para tener una mejor referencia, hay que decir que Sánchez fue el representante general de la campaña de Enrique Peña Nieto cuando buscó y ganó la gubernatura del Edomex. Luego fue el alcalde de Naucalpan –fue el único candidato que se registró por el PRI-, de 2013 a 2015. En 2014 se refirió al ya presidente Peña como “símbolo de concordia y unidad”. Entre sus tesoros está una foto donde aparecen él y Peña Nieto abrazados por la cintura y ambos hacen la “David-señal”, una letra “d” con los dedos).
II. El ejército de aliados leales
Agosto 20 de 2016. Carolina Monroy, secretaria general de Comité Ejecutivo Nacional del PRI, durante una reunión pública con la militancia y la clase política del PRI en Metepec, advirtió: “a partir de hoy no permitiremos un solo agravio más al señor presidente de la república; cada ofensa recibida tendrá respuesta”.
Luego ofreció públicamente al jefe del Ejecutivo:
“Cuenta usted, señor presidente, con un ejército de aliados leales. Cada uno seremos difusores de sus propósitos y logros. Y juntos asumiremos también los costos. Usted no está solo”.
Finalmente habló del que llamó “derrumbe ético”: “nos ha faltado la voluntad para hablar acerca de lo correcto y lo antiético”, y agregó que hasta ahora se ha evitado tratar temas que tendrían que ser parte del debate, como “la corrupción y la impunidad hasta las relaciones de familia, el bienestar y la convivencia vecinal”. Es importante agregar que en el evento estuvo, entre otros, el exgobernador mexiquense Arturo Montiel, padrino político de Peña Nieto, constantemente relacionado con escándalos, justamente, de corrupción. (Carolina Monroy del Mazo es prima de Peña Nieto).
Hoy, sin embargo, se nota un silencio en torno a la figura del presidente, incluso de parte de muchos de sus soldados.
III. Las distorsiones
Enero de 2015. Enrique Peña Nieto da a los mexicanos su mensaje de año nuevo y, en medio de felicitaciones y buenos deseos, se compromete de la siguiente manera:
“A partir de este momento, en 2015 ya no habrá gasolinazos. Gracias a la reforma hacendaria, por primera vez en cinco años ya no habrá incrementos mensuales a los precios de la gasolina, el diésel y el gas LP”.
Septiembre 1 de 2016, durante el diálogo con jóvenes con motivo del IV Informe de Gobierno, el jefe del Ejecutivo fue cuestionado por uno de ellos en torno a “su promesa de que ya no iban a subir los precios de las gasolinas”. La respuesta del presidente fue categórica:
“Ha habido distorsiones a lo que realmente yo comprometí en 2015. A inicios del año, justamente dije que se habían acabado los gasolinazos, estos incrementos que mensualmente se daban, y no hubo ningún incremento durante 2015; no hubo gasolinazos.
“Pero también debo decir: nunca comprometí que no fuera a incrementarse la gasolina”. (“Nunca prometí que no fuera a subir la gasolina, dijo Peña Nieto en septiembre”, La Jornada; 28 de diciembre de 2016).
IV. “El errado camino de los insultos”
El anuncio del incremento en los precios de las gasolinas en los primeros días de enero próximo ha generado, otra vez, una reacción en cadena, casi unánime, en contra de la figura presidencial. Otra vez, Enrique Peña Nieto es el blanco preferido de la indignación del ciudadano y son las redes sociales la vía para el desahogo y el creciente coraje de la sociedad.
El miércoles 28 del presente, el analista Antonio Cuéllar publicó en Eje Central, de Raymundo Riva Palacio, un artículo al que tituló “El errado camino de los insultos”, en el que afirma textualmente: “Ese empoderamiento de la ciudadanía se ha dejado sentir con toda su fuerza a lo largo de los últimos años, con motivo del desarrollo de tecnologías de la información que eran inimaginables: las redes sociales. En todas las plataformas se ha convertido en un verdadero deporte o diversión burlarse y vilipendiar al Presidente de la República, a los diputados y senadores del Congreso de la Unión, por citar sólo a los actores más repudiados…
“Los insultos contra Enrique Peña Nieto se han convertido en una válvula de escape que libera la presión generada por la mala marcha de la economía o la política”. Y ahora, en este caso, por la crisis que se avizora con el incremento de las gasolinas.
Más adelante, Antonio Cuéllar deplora: “El derecho humano a la libertad de expresión no ampara el derecho a humillar o a ofender a las personas. (…) El peligro de inducir o tolerar una diatriba de tan baja naturaleza, no se halla en la afectación al decoro o a los sentimientos de la persona aludida, que por sí mismo es malo, sino en el deterioro al que se someten los caminos necesarios para la construcción de un diálogo democrático, maduro y efectivo.
“Las ofensas polarizan y radicalizan negativamente la discusión política, en detrimento del propio sistema, o de los sistemas alternativos”.
La pregunta es entonces: ¿cuál es la vía que queda al ciudadano indignado en contra de una clase política, y un presidente, que cuando decide lo hace mal? Además, en este país los servidores públicos generalmente no escuchan el sentir de la sociedad y habitualmente le ignoran. Entonces, ¿cuál es el camino que queda para el ciudadano? Quizá la diatriba, quizá el insulto, la expresión del hartazgo en su forma más soez. El otro camino, al menos en un país como este, sería el silencio, la indiferencia, el sometimiento a la voluntad del gobernante…
El camino del insulto nunca será la mejor de las vías, ni siquiera una mínimamente aceptable. Pero cuando se cierran todos los caminos y la clase política vive en una realidad distinta, en una burbuja donde todo marcha bien, una válvula de escape siempre será inevitable.
¿Es válido pues el insulto como medio para hacerse oír? Quizá no lo es. Sin embargo, si México fuera un país donde las instituciones funcionaran y la vigencia del Estado de Derecho fuera la normalidad, no habría necesidad de una válvula de escape.
En un momento como este, donde México navega en el círculo vicioso de la indignación social y la negación de la clase gobernante a reconocer sus errores y corregirlos, alguien tendría que romper ese círculo. En este caso, indiscutiblemente, el primer paso lo tiene que dar el gobernante luego de asumirse como un sujeto susceptible de errar y, por lo mismo, de corregir sus yerros. Mientras el discurso siga siendo “solo yo tengo la razón”, el trecho que media para la solución de los problemas seguirá siendo arduo, extendido, en verdad lejano.
@juanlosimental