El papel de nuestras emociones, ¿cómo saber que algo no va bien dentro de nosotros?

Mostramos nuestras emociones a través del cuerpo, pero también nos comunicamos con el cuerpo. La “psique” y nuestro organismo van de la mano, aunque muchas veces nos olvidemos de ello, y su combinación, el papel de nuestras emociones, juegan un importante papel en nuestro día a día.

La doctora Rosa Molina, especialista en Psiquiatría en el Hospital Universitario Clínico San Carlos, en Madrid, acaba de publicar Una mente con mucho cuerpo, un manual con el que pretende servir de guía para “entender nuestras emociones a través de lo que expresa nuestro cuerpo, así como ofrecer las claves para los estados de ánimo regulares, potenciar nuestra creatividad, tomar las mejores decisiones o hacer frente a la adversidad; en definitiva, cuidar de nuestra salud mental”.

Esta experta en Neurociencia clínica parte de la idea de que todas nuestras experiencias, emociones y sentimientos se producen primeramente en el cuerpo. A su vez, sostiene que el sufrimiento psíquico, en muchas ocasiones, sólo se libera a través de sensaciones físicas: “El cuerpo puede ser el vehículo a través del cual incidir positivamente en nuestra mente mediante la actividad física y el deporte, la práctica del mindfulness e, incluso, un abrazo o una caricia en el momento adecuado”.

Así, incide en una entrevista con Europa Press que expresamos de manera continua en nuestro cuerpo nuestras emociones, y además de forma repetitiva, unas veces de forma más intensa y aguda, que otras. Pone el ejemplo del día en el que tenemos una cita o un examen y estamos nerviosos, y rápidamente conforme se acerca el momento tenemos ganas de ir al baño.

“Se producen muchas veces cambios físicos, más notables ante situaciones más marcadas, y en menor medida en nuestro día a día, con todos los estados emocionales que vivimos. Sucede de manera automatizada y no tenemos que prestarle atención, pero sí ir valorando esos estados emocionales intensos y así conocer nuestro cuerpo”, agrega Molina.

Igualmente, mantiene que comunicamos nuestras emociones con el cuerpo de muchas formas, y recuerda el paciente en la consulta de Psiquiatría que narra al especialista un hecho traumático con total tranquilidad, como si no hubiera sucedido nada. “Si el lenguaje corporal no va sustento en el lenguaje verbal se vive con desconfianza, y es lo que los psiquiatras llamamos ‘desaferencia afectiva’”, remarca la psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos.

No obstante, hace hincapié en que en nuestro cuerpo expresamos cambios más sutiles o mantenidos en el tiempo como el estrés, que se puede manifestar, por ejemplo, en una cara más cansada, en tener o no ojeras, en que nuestro cabello se encuentre más debilitado y haya una mayor caída, o por ejemplo en que nos salgan más manchas en la cara.

Un punto que pone en valor y que demostraría cómo mente y cuerpo están relacionados es cuando, por ejemplo, alguien nos cuenta una vivencia dura que le ha afectado mucho y nosotros somos capaces de empatizar con esa persona activando las mismas zonas cerebrales que como si lo estuviéramos viviendo. “Esto forma parte de la comunicación con el otro. Estamos en continuo diálogo interno, y esto facilita la comprensión del estado emocional del otro, lo que se conoce como ‘teoría de la mente’, y donde juegan un papel importante las neuronas espejo”, aclara Rosa Molina.

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