Gasolinazo: para que nuestros hijos ganen

Jose A. Meade

“Yo tengo tres y quisiera decirles que no desperdiciamos la riqueza petrolera (…) que hicimos un buen uso de esa riqueza”, José Antonio Meade

A veces, cuando el ciudadano es testigo de los peores gazapos en los que incurren los y las que hacen la clase política, llega el momento en que se atreve a decir: “ahora sí, esto es lo peor que he visto”. Sin embargo, ellos y ellas se superan cada día a sí mismos y, al día siguiente, incurren en un disparate mayor.

Tal es el caso de José Antonio Meade, el secretario de Hacienda.

El martes 28 pasado, el funcionario federal echó mano de argumentos endebles, no solo para justificar, sino para intentar hacer ver los supuestos beneficios del gasolinazo de los primeros días de enero de 2017.

Dijo del “mercado de la gasolina”, que por primera vez el combustible se cotizará a su precio real, que hay países en los que es más cara, que no habrá inflación… Total, solo bondades con el encarecimiento del 20 por ciento, de golpe, de los precios de los combustibles.

Bien, pues ayer mismo Meade Kuribreña se superó a sí mismo.

Durante una entrevista televisiva, el funcionario afirmó, como lo hacen todos ellos, categórico: “es un hecho (el gasolinazo) con el que ‘ganan nuestros hijos’, al no desperdiciar la riqueza petrolera, sino utilizarla para invertir y dar apoyo a quienes más lo necesitan”.

Luego enumeró sus argumentos:

  1. “Gana primero el hecho de que ya no estemos artificialmente manipulando un precio”.
  2. “Gana el hecho de que empezamos ya a manejar los precios en la economía de México como se manejan en el resto del mundo”.
  3. “Ganan en el largo plazo nuestros hijos. Yo tengo tres y quisiera decirles que no desperdiciamos la riqueza petrolera, que no la utilizamos para dar un apoyo artificial a los que más tienen, sino que la utilizamos para invertir, para dar apoyos a quienes lo ocupan, para traducirlo en menor deuda, en mayor fortaleza, y decirle así a mis hijos que hicimos un buen uso de esa riqueza”.
  4. “Gana por lo tanto el país en la medida en que dejamos de usar recursos públicos escasos para dar un apoyo artificial y además regresivo”.

En cuanto al primero se los cuatro puntos iniciales, existe una cierta razón. Sin embargo, Meade Kuribreña omite decir que una parte del problema está en la ineficiencia de Pemex, que por décadas ha funcionado como la caja chica (gigante) de los gobiernos en turno, especialmente los priistas. Pero en el sector petrolero no solo ha privado la ineficiencia, sino principalmente la corrupción. La pregunta es: ¿se puede arreglar de golpe lo que ha costado años y años de impunidad, como quebrar a Pemex? Y, ¿por qué el ciudadano tiene que asumir los costos?

En torno al segundo punto, el argumento en contra es elemental: para manejar los precios de la economía como se hace en el resto del mundo habría que procurar, primero, que las condiciones generales (especialmente el desarrollo humano) fueran las mismas.

El tercero de los puntos raya en la estulticia (“necedad”, “tontería”, “estupidez”, diccionario de la Real Academia de la Lengua). Solo hay que imaginar la primera escena: llega el padre de familia a casa; segunda escena, sus hijos le dicen que tienen hambre, que no han comido; tercera escena, el padre les responde: “hijos, ya no desperdiciamos la riqueza petrolera, ya no la utilizamos para dar un apoyo artificial a los que más tienen, sino que la utilizamos para invertir, para dar apoyos a quienes lo ocupan, para traducirlo en menor deuda, en mayor fortaleza; hijos, hicimos un buen uso de esa riqueza. Con el gasolinazo, ustedes ganan”. Los tres hijos de José Antonio Meade tienen un padre que cuando fue secretario de Relaciones Exteriores cobraba mensualmente 145 mil 277 pesos; después, como secretario de Desarrollo Social subió a 205 mil 122 pesos al mes; ahora, y de acuerdo con el portal de transparencia de la Secretaría de Hacienda, tiene un salario mensual bruto de 205 mil 122.05 pesos. Y aún hay más…

De acuerdo con el Portal de Obligaciones y Transparencia de la Presidencia, en 2013 el secretario de Hacienda (en este tiempo Luis Videgaray), además de su salario mensual, tenía “un seguro institucional equivalente a 40 meses de la percepción ordinaria bruta mensual, que podrá incrementarse si él lo solicita y con cargo a su percepción.

“Dispone de seguro de gastos médicos cuya suma asegurada básica es de 74 a 333 salarios mínimos mensuales; 77 pesos mensuales de ayuda de despensa, 20 días de vacaciones y aguinaldo de 40 días.

“Cuenta con asistencia legal, un apoyo económico para cubrir gastos del vehículo propio y que utilice en sus funciones”. Es decir, el ciudadano, vía impuestos, paga los vales gasolina de Meade. En los hechos, ya se sabe, un funcionario federal tiene, gracias a las prestaciones que se le otorgan, la vida resuelta: todo se lo paga el Estado.

Finalmente, Meade ha incluido en su discurso una nueva vertiente: con el gasolinazo se ayudará “a los que más lo necesitan”. ¿Habrá olvidado que esa frase corresponde a los discursos que se dicen cuando se trabaja en la Sedesol? Él trabajó ahí, pero ya no. Luego, ¿en qué momento se dijo -¿quién lo dijo?- que los montos por ingresos extra para el gobierno servirían para tal cosa?

En fin. Parece que un día han dicho lo peor, pero eso es solo una ilusión; al siguiente, ellos mismos superarán su propia marca. Dicen que lo dijo Einstein: “hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro”. Por algo habrá sido.

@juanlosimental