El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, asumió ayer la presidencia del G-20 con un llamado a evitar que cuestiones geopolíticas secuestren la agenda del bloque, al destacar su oposición a discutir el conflicto en Ucrania, y aseguró que el presidente ruso, Vladimir Putin, podrá acudir a la próxima cumbre de este mecanismo sin ser detenido.
No podemos dejar que cuestiones geopolíticas secuestren la agenda de discusiones del G-20, expresó Lula en el cierre de la cumbre de dos días en Nueva Delhi.
No nos interesa un grupo dividido. Necesitamos paz y cooperación en vez de conflicto, añadió, al asumir la presidencia temporal del bloque que entregó el primer ministro de India, Narendra Modi.
También anunció que la próxima cumbre será en noviembre de 2024 en Río de Janeiro.
Lula abordó el tema un día después de que el grupo de las 20 grandes economías emitió una declaración final en la cual evitó criticar a Rusia por la invasión a Ucrania, un reflejo de la falta de consenso en el bloque sobre el tema.
Estados Unidos y algunos países europeos querían una condena a la Federación Rusa, pero no hubo consenso, incluso sobre la presencia de Rusia en la cumbre.
Putin no participó en la cita de Nueva Delhi, donde fue representado por su ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov.
La declaración del G-20, dada a conocer la noche del sábado, al final del primero de los dos días de la cumbre, denunció el uso de la fuerza para lograr ganancias territoriales, pero evitó criticar directamente a Rusia por la invasión a Ucrania en febrero de 2022.
En entrevista la noche del sábado con la televisión india Firstpost, Lula afirmó que la guerra en Ucrania no debe formar parte de la agenda del G-20, que debe estar centrada en temas sociales y económicos.
Adelantó que Putin será invitado a Río el próximo año y que no será detenido, pese a la orden de arresto en su contra emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) en marzo pasado por crímenes de guerra.
En su discurso al cierre de la cumbre de Nueva Delhi, el mandatario dio a conocer las tres prioridades de la agenda brasileña: la lucha contra la desigualdad y el hambre, el combate al cambio climático y la reforma de las instituciones de gobernanza internacional.
La Jornada