25 de abril de 2018
Desánimo y decepción en las filas priístas
Tras el debate presidencial se registró un sentimiento de desánimo en las áreas de decisión de la campaña presidencial –y en sus equipos de tierra-, al estar perdiendo oportunidades por no deslindarse del presidente Enrique Peña Nieto, que como se apreció en el debate, es el ancla que tiene a Pepe Meade en el sótano de las preferencias.
Y el trilema es: ¿Declinar, fingir o «arrebatar»?
Pepe Meade es un candidato que no emociona ni conecta. Le pesa un mundo el desprestigio de Peña Nieto, la corrupción del PRI y el hartazgo ciudadano hacia el gobierno peñista. Ni vibra ni hace vibrar. Para posteridad su presentación en el debate: ¡No soy priísta! ¡No soy priísta! ¡No soy priísta!…
El Cantinero