La familia Guzmán Loera

«El domingo murió la señora Consuelo, la madre de Joaquín El Chapo Guzmán y abuela de los Chapitos. Cuarenta y ocho horas antes se había dado un enfrentamiento de los más violentos de la historia reciente en nuestro país: toda una comunidad en Texcaltitlán, Estado de México, se levantó a matar o morir contra los narcotraficantes de la Nueva Familia Michoacana (un grupo con buena relación con el Cártel de Sinaloa) hartos de ser extorsionados por los criminales y de ser ignorados por las autoridades. El saldo fue de 14 muertos, 10 sicarios y cuatro pobladores.

El presidente López Obrador el sábado y el domingo estuvo en la zona de control de la Nueva Familia Michoacana, en Tierra Caliente, Guerrero, y en Tejupilco, Estado de México. No dijo una palabra sobre esos grupos criminales. En la mañanera de ayer tampoco abordó el tema, se limitó a decir que se está investigando lo sucedido en Texcaltitlán y que ya está en la zona la GN.

Pero sí tuvo tiempo de hablar de la muerte de doña Consuelo, la madre de El Chapo Guzmán, y abuela de los Chapitos. Dijo que tenía respeto por ella y consideración por todos sus familiares. Olvidó decir que cuatro de sus hijos y otros cuatro de sus nietos han sido personajes notables en el mundo del narcotráfico y han ordenado y ocasionado la muerte de miles de mexicanos.

Qué bueno que tiene consideración por su familia. Pero, si hubiera un concurso de lambisconería, ése lo ganó Jenaro Villamil, el conspicuo director del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, que escribió para redes sociales que la señora Consuelo era “una mujer sencilla”, que “siempre negó que su hijo fuera capo del narcotráfico”. Es vergonzoso»: Jorge Fernández Menéndez.

Excelsior