En el mundo son repudiados y en Israel causan vergüenza. Para reconciliarse con la opinión pública y anunciar su nueva aventura empresarial multimillonaria, pensaron que servirse de la guerra y de acciones presuntamente genocidas les ganaría grandes simpatías:
“Estamos en la frontera de Gaza”, dice Shalev Hulio, acompañado de sus dos socios, en un video difundido en YouTube, justo a un mes de la masacre del 7 de octubre para firmar el acuerdo de inversión en ese lugar: “Pensamos que sería simbólico que después de 30 días, pasamos del duelo a rejuvenecer, renacer”.
Israel había sufrido la pérdida de mil 200 personas y 240 más estaban secuestradas. La fuerza aérea israelí estaba barriendo a bombazos el territorio a sus espaldas y ya había matado a más de 10 mil personas, de las que más de 4 mil eran niñas y niños y más de 2 mil 500 eran mujeres. En las semanas siguientes se sumarían a esa cifra al menos 15 mil personas asesinadas y decenas de miles de heridos.
Pero Hulio –que salió a cámara con un fusil automático al hombro– y sus amigos estaban de celebración. “Hacerlo aquí es un gran mensaje para la comunidad Hi-Tech (de alta tecnología) y para el pueblo de Israel, de que tenemos que salir del duelo”.
Pero el pueblo de Israel debatía si seguir aplastando a la población civil palestina o poner por delante la posibilidad de un acuerdo con Hamás para rescatar a los rehenes, como exigían los familiares de los cautivos que marchaban llorando en las calles.
Hulio y sus compañeros son unos apestados en la alta tecnología, en Israel y en el planeta. La compañía que fundaron, NSO Group, tuvo un éxito enorme vendiendo su sistema de espionaje digital Pegasus a cualquier país, a cualquier entidad, sin más escrúpulos que el de cumplir el requisito de que esta pareciera ligada a algún gobierno.
Muchos de ellos, dictaduras y regímenes autoritarios, lo usaron para perseguir a civiles disidentes. Por ejemplo, Arabia Saudí lo empleó para espiar y engañar al periodista Jamal Kashoggi, a quien asesinó y rebanó en pedacitos dentro del consulado saudí en Estambul, Turquía. Defensores de los derechos humanos y de las mujeres fueron acosados en Emiratos Árabes Unidos o Azerbaiyán e, incluso, fue espiado el presidente francés Emmanuel Macron.
Con al menos 15 mil números telefónicos intervenidos entre más de 50 mil que fueron detectados en más de 50 países, México fue su cliente número uno.
Milenio