«Sorprendí al mundo no sólo por ser mexicano, sino porque gané todo»

Hay quien dice que el ciclismo es un deporte de forajidos. Una vocación de mártires y solitarios dispuestos a sufrir los horrores de pasar horas, días y semanas en bicicleta, de acumular cientos de kilómetros por caminos a veces inhóspitos, escalando cuestas vertiginosas, en adoquines, bajo la lluvia o la nieve. Por eso los aficionados consideran a los campeones algo semejante a héroes en un sentido clásico.

Se necesita coraje, sin duda, y eso le sobró a Isaac del Toro para dejar a todos los que atestiguaron su hazaña en los Alpes, donde por primera vez un mexicano ganó la versión Sub-23 del Tour de Francia. Una competencia que tiene el prometedor nombre de Vuelta del Porvenir y cuyo origen se remonta a unas seis décadas.

Del Toro nació hace 19 años en Ensenada, Baja California, a unos 10 mil kilómetros de distancia de donde se consagró como ciclista en condiciones de temeridad. Fue una sorpresa, no sólo ganó la carrera en un deporte en el que no abundan mexicanos, sino también lo hizo con autoridad inédita en esa vuelta francesa. Fue líder de la general, de montaña, juvenil y de puntuación, es decir, todo.

“La sorpresa no sólo fue porque se trató de un mexicano, pues las figuras en este deporte son principalmente europeas”, narra Del Toro. “No tenemos mucha tradición en ciclismo de ruta. América Latina sólo despunta con los colombianos, ahí sí tienen mucha pasión por esto; también un poco los ecuatorianos, pero los mexicanos no solemos estar ahí”.

La Jornada