Una de las formas en que la sociedad conservadora atenta contra la diversidad sexual son los tratamientos para revertir la orientación de las personas LGTB+ mediante prácticas de represión y manipulación con discursos religiosos o supuestos métodos terapéuticos, es decir, que atribuyen a las víctimas de estas acciones una enfermedad o un pecado de los que deben ser salvados.
Esta grave violación a los derechos humanos muchas veces causa daños físicos, pero sobre todo psicológicos.
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