Perdón que no me ría

«No sé a ustedes pero a mí el arranque del 2022 me infunde sensaciones contradictorias que mutuamente neutralizadas se resumen en una vaga sensación de fatiga. Por un lado, el hecho de que sigamos entre los vivos a estas alturas nos convierte, de entrada, en sobrevivientes de una pandemia. Se dice rápido, pero no es poca cosa tras casi dos años de incertidumbre, particularmente el primero, en el que toda tos o carraspera podía ser al preludio de una muerte horrible y estornudar en un elevador te convertía en súbita fuente de peligro y desprecio.

Formar parte del contingente de sobrevivientes debería infundirnos una sensación de serenidad y confianza, y en el caso de los más optimistas, incluso, de entusiasmo: la idea de que la vida decidió eximirnos del bicho como si le importara que siguiéramos en este mundo o como si tuviera mejores planes con nuestro futuro. Insisto, eso los más optimistas»: Jorge Zepeda.

Sin Embargo