“Era mi maestro y me acosó”, “lo admiraba como escritor y me intentó besar”, “me escribió borracho”, “me invitó a su hotel”…
La historia se repite, dicen los historiadores. En el caso de los relatos sobre presuntos casos de acoso sexual del historiador y militante de Morena, Pedro Salmerón Sanginés, también. El funcionario público ha sido señalado en varias ocasiones de abusar de sus posiciones de poder para acosar sexualmente a alumnas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), seguidoras de su obra y compañeras de partido.
En 2019 las autoridades del ITAM concluyeron que había cometido actos de acoso sexual de forma sistemática. No fue sancionado porque ya había renunciado, ante la tormenta que se avecinaba, pero se determinó que nunca volverían a contratarlo. En Morena, la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia ni siquiera comenzó una investigación sobre las acusaciones en su contra, pese a la propuesta de una de las comisionadas, de acuerdo con el reportero Zedryk Raziel, de Animal Político, quien citó fuentes del partido.
Ahora Salmerón, director del Museo Regional de Guadalajara, fue nombrado por el presidente López Obrador embajador de México en Panamá y revivió la indignación de las mujeres que de manera anónima o con nombre y apellido lo han acusado de acoso y hostigamiento sexual, al menos desde que explotó el MeToo en México, en marzo 2019. Ellas y varias colectivas y organizaciones sociales piden que no sea ratificado por el Senado y han impulsado el hashtag #UnAcosadorNoDebeSerEmbajador.
La exigencia llegó hasta Panamá, con una carta dirigida al presidente del país centroamericano, Laurentino Cortizo, a quien le piden en protección de las mujeres panameñas que no le otorgue el beneplácito como embajador, pues aseguran que con inmunidad diplomática podrá “seguir replicando estas conductas de forma impune”.
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