La economía mexicana no sólo está estancada, también está contraída, pues no ha recuperado –ni lo hará este año y quizá ni el próximo– el PIB de 2018.
Así lo establecen datos y proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), según los cuales en los primeros cuatro años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (2019-2022) el PIB de México habrá acumulado un decrecimiento de -1.9%.
La inflación, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), llegará a 6.8%. Más de un punto por arriba del pronóstico de la Secretaría de Hacienda, será la más alta de los últimos 22 años.
Para Emmanuel Salas, profesor de economía de la UNAM, cuando en un país confluyen un aumento inusual de precios al consumidor y un crecimiento económico bajo, nulo o negativo, se está en “estanflación”. Y este, dice, “es el caso de México”.
Salas aclara que “estanflación” no es un término técnico, sino político, pues no surgió de la academia. Fue empleado por primera vez en 1965 en la Cámara de los Comunes del Reino Unido por el entonces ministro de Finanzas, Ian McLeod, quien así sintetizó una coyuntura compleja en la que coexistían un estancamiento económico y una elevada inflación.
Pero en todo caso, dice el doctor en economía, es un concepto que sirve para definir lo que ocurre en México y en otros países.
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