Chloe Sells fue secretaria de Hunter S. Thompson, trabajo que desarrolló en paralelo a su oficio de fotógrafa, capturando en el transcurso infinidad de objetos de la intimidad del escritor, museo privado en el que cada adorno representa uno de los choques de Hunter con elementos del poder establecido, generando una combinación de incidentes y hallazgos.
En primera instancia, la idea de documentar la intimidad de un autor célebre parecería una tarea digna para la prensa amarilla, pero Hot Damn! ofrece una narrativa visual que ordena la historia del autor de La gran caza del tiburón, que sirve para entender la cantidad y diversidad de las batallas que el inventor del periodismo gonzo llevó a cabo hasta el día de su suicidio.
Al responder las preguntas para la entrevista, Chloe Sells mantiene un tono acorde con el libro, que muestra en los rincones su experiencia extraordinaria. El título del volumen, editado por Gost Books, en Inglaterra, toma una frase utilizada habitualmente por Hunter, S. Thompson, una que sólo podría traducirse forzosamente al español como una maldición caliente.

Hunter S. Thompson buscó y consiguió representar todos los costados de la cultura estadunidense: lo bueno, lo malo y lo feo. Su primer libro periodístico investigó a la pandilla de motociclistas conocida como Ángeles del Infierno. Un fanático de las armas que objetó las invasiones de Estados Unidos en el extranjero, Thompson comprobó en primera persona la fascinación por los festejos masivos y ruidosos que los motorizados ejercían sobre el imaginario colectivo.
El reportero gonzo tuvo entre sus intereses los deportes (entrevistó a Alí, escribía sobre futbol americano), las drogas y la política, tres de sus temas predilectos. En Nixon vio su némesis ideal, una visión explícita de todo lo que consideraba equivocado. En un obituario político posterior al Watergate, escribió: “La familia presidencial es la respuesta estadunidense a Mr. Hyde: muestra al hombre lobo que llevamos dentro, al acosador, al predador que se convierte en algo inenarrable, lleno de garras y heridas con estrías, en noches cuando la Luna se acerca demasiado”.
–¿Qué referencias tenía sobre la obra de Thompson antes de trabajar de su asistente?
–No empecé a trabajar con Hunter por su escritura; fue por pura coincidencia que su esposa me eligió en un bar. No lo estaba buscando; lo que me impresionó fue la forma en que vivía su vida, haciendo lo que quería, dejando que su espíritu fuera salvaje y libre. Eso es lo que sabía de él antes de trabajar en su casa, Owl Farm.
La Jornada




