«Fue en 2006 que por primera vez se escuchó el reclamo en contra del acoso, el abuso y la agresión de parte de los hombres hacia las mujeres. La autoría y fundación de este movimiento se debe a Tarana Burke. En 2016 la actriz Lisa Milano lo volvió un discurso desde la palestra hollywoodense: “Si has sido acosada o agredida sexualmente escribe Metoo”, la idea fue que, si cada una de las mujeres que había vivido una situación de abuso, de cualquier tipo, lo expresaba en las redes, la respuesta permitiría visibilizar la magnitud del problema. El 15 de octubre la frase se utilizó más de 200 mil veces para llegar a 500 mil al día siguiente. Facebook informó que el hashtag #Metoo fue utilizado por más de cuatro millones de usuarios en tan solo 24 horas. El algoritmo abría un nicho en el que las mujeres podrían manifestar su miedo, dolor, frustración, impotencia.
La herida que infringe un abusador marca un antes y un después en la vida de quien la sufre. El impacto que genera la violencia física y psicológica no se parece a nada más. Sufrir un abuso, coloca en la indefensión, en la vulnerabilidad y en la confusión. A lo anterior hay que agregar la sensación de culpa ante la simple posibilidad de haber incitado el daño, ¿pude evitarlo? La pérdida de autoestima, aislamiento, silencio y angustia. Es difícil que una mujer, habiendo sufrido cualquier tipo de violencia, pueda evitar este proceso»: Susan Crowley.




