Nuestra impresentable clase política

«Yo todavía recuerdo, no hace tanto tiempo, cuando el PRI, el PAN, el PRD y los partidos menores tenían dirigentes y líderes con los que se podía o no estar de acuerdo, pero el centro era el debate, la confrontación de ideas y alternativas políticas. Y claro que había alianzas y rupturas, acuerdos y desacuerdos, públicos y privados. Claro que había impresentables, pero había política.

Decía Abraham Lincoln que “hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios”. Tenía toda la razón. El espectáculo que da nuestra clase política suele ser, sencillamente, patético. Y ninguno de los partidos y dirigentes se salva. Lo que hemos visto en esta última semana no hace más que confirmar que estamos ante el peor grupo de dirigentes partidarios que hemos conocido en mucho tiempo, incapaces de establecer siquiera una narrativa que vaya más allá de los lugares comunes y la búsqueda de sus propios espacios de poder. Hay excepciones, por supuesto, pero, insisto, como hemos dicho muchas veces: estamos ante la peor generación de dirigentes partidarios en mucho tiempo.

Lo sucedido con el tema de la coalición PRI-PAN-PRD en Coahuila es lamentable por donde se vea, y no se sabe si es peor la forma en que se distribuyeron desde alcaldías hasta notarias o la forma como lo dio a conocer Marko Cortés, el presidente nacional del PAN, que cada día que pasa confirma que no tiene nivel para esa posición.

Nadie puede estar en desacuerdo con que la política partidaria implica, cuando hay una coalición, el reparto de posiciones que se pueden establecer por adelantado. Ocurre aquí y en todo el mundo, pero son negociaciones de otro tipo, que incluyen capítulos muy concretos: qué mejor ejemplo que la amplísima y muy controvertida coalición que se conformó en España para mantener en el gobierno a Pedro Sánchez.

Lo que divulgó Marko Cortés es un acuerdo que, simplemente, se basa en distribuir espacios de poder, pero, además, demostró una torpeza absoluta al exhibirlo, tanta que tuvo que ser descalificado hasta por la propia Xóchitl Gálvez que, de la misma manera, ve cómo se pone en riesgo la coalición en el estado del país en el que ésta ha sido más exitosa: Coahuila.

Un tema menor (la candidatura a la alcaldía de Torreón), que tendría que haber sido parte del diálogo privado entre partidos, es mostrado por uno de sus protagonistas en los medios de forma absurda y torpe. Al final, en los comicios para alcaldías en Coahuila, en junio, el PAN terminará yendo solo, contra la coalición PRI-PRD-UDC. Y quién sabe cuáles serán las consecuencias de esa torpeza cuando se replique en otros estados. Un desastre: Jorge Fernández Menéndez.

Excelsior