Así como hace 106 años el Teatro de la República en Querétaro vio el fin del México Revolucionario para dar paso al México de las instituciones y las leyes, ayer, por unos segundos, atestiguó el cese de diferencias entre el presidente Andrés Manuel López Obrador contra los titulares de la Corte, Norma Lucía Piña, y de la Cámara de Diputados, Santiago Creel, a quienes les tendió la mano en la víspera de la ceremonia por el aniversario de la Carta Magna.
Sin embargo, en los discursos dejaron ver que siguen, y seguirán, las diferencias políticas.
Los invitados especiales del gobierno fueron duros contra los representantes de los poderes Judicial y Legislativo.
A la recién llegada presidenta del Poder Judicial de la Federación apenas la aplaudieron una vez, fue cuando destacó su presencia como la primera mujer en llegar a ese cargo.
“Por primera ocasión en nuestra historia, una mujer preside el Poder Judicial de la Federación. No es un logro personal, es un indicativo de avance social, sepan todas y todos que trabajaré porque esta representación se traduzca en la reducción de las brechas de género y consecuentemente en una sociedad más justa e igualitaria”, dijo.
Pero el público le hizo mutis durante todo su discurso, incluso se notaba la seriedad del presídium encabezado por el mandatario y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, cuando la ministra presidenta dejaba claro que su gestión sería diferente a la de su antecesor, Arturo Zaldívar.
En las filas principales destacó la presencia de algunos ministros de la Corte como Loreta Ortiz, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Margarita Ríos Farjat; a Yasmín Esquivel no se le vio en la fiesta de la Constitución.
Si el turno de la ministra Piña fue difícil, sin el respaldo de los presentes, fue aún más el del diputado panista Santiago Creel. Durante 18 minutos solo se escuchó su voz, sin ninguna interrupción por aplausos, a pesar de estar en la tierra de su correligionario, Mauricio Kuri.
El titular del Poder Legislativo habló de cómo los revolucionarios dejaron de lado sus diferencias ideológicas para dar paso al bien común del país.
Criticó, sin mencionar sus siglas, a su ahora aliado político-electoral: el PRI, al hablar del partido hegemónico responsable de las masacres estudiantiles de 1968 y 1971.
Y convocó al actual gobierno y sus legisladores a conciliar y privilegiar el respeto institucional.
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