América Latina y el Caribe crecerá un uno por ciento durante el 2023 mientras encara el desafío de las crecientes demandas sociales, reducir la inflación y bajar la carga de la deuda pública, de acuerdo con el informe macroeconómico del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) divulgado el domingo en Panamá, al cierre de su reunión anual de gobernadores.
Ese crecimiento es “bajo”, dijo Eric Parrado, economista jefe del BID en una rueda de prensa en la que dio a conocer el informe titulado “Preparar el terreno macroeconómico para un crecimiento renovado”, que presenta un diagnóstico de la economía en la región y ofrece recomendaciones a los países. En 2022 la región alcanzó un crecimiento mejor de lo esperado, de 3.9 por ciento.
El impacto de la crisis de la COVID-19 y la guerra en Ucrania “han sido muy fuertes por el lado de la pobreza y la desigualdad”, expuso Parrado. “Hay un tema social bastante importante que se ha incubado justamente por las crisis simultáneas que hemos estado viviendo”.
Refirió, por ejemplo, que para enfrentar los estragos de la pandemia los gobiernos de la región gastaron más, aumentaron su deuda y generaron mayor déficit fiscal.
Destacó que los países de América Latina y el Caribe enfrentan en 2023 una demanda global deprimida, altos costos de financiamiento y la reciente incertidumbre financiera.
“Los formuladores de políticas deben navegar estas aguas con cautela, coordinando la combinación adecuada de políticas monetarias, fiscales, financieras y otras políticas económicas relevantes para volver a una senda de crecimiento económico sostenido”, indicó.
“El desafío lo tienen todos los países del mundo porque tuvieron que enfrentar de una forma el shock asociado al COVID-19 en primer lugar, después el shock asociado a guerra en Ucrania y por lo tanto las tasas de crecimiento globales y de América Latina van a ser más baja en el 2023”, señaló Parrado en un aparte con la Associated Press.
Frente a esos desafíos, los países deben “tener un plan hacia el futuro y mandar las señales transparentemente y directas” respecto a lo que pueden hacer, subrayó.
En la mayoría de los países, agrega, la inflación ha caído después de ese pico, pero sigue siendo alta en toda la región. La independencia de los bancos centrales es crucial y una prioridad para controlar la inflación, señala el informe.
Agrega que para reducir el impacto en los sectores más vulnerables, los países deben priorizar políticas fiscales que lleguen a los más pobres. Esto incluye, según el organismo, la implementación de subsidios específicos, estimular la inversión en infraestructura y mejorar el funcionamiento de los mercados laborales mediante una reducción de los incentivos a la informalidad.
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