Biden acusa a Trump de ser una amenaza para la democracia

Nueva York.- En el primer aniversario del asalto al Capitolio por seguidores de Donald Trump con el propósito de revertir la elección presidencial, cunden llamados desde la Casa Blanca a organizaciones de derechos civiles, figuras políticas, ex jefes militares e intelectuales prominentes por la defensa de la democracia estadunidense, y hasta el ex presidente Jimmy Carter, quien se dedicó a ser árbitro mundial de la democracia electoral.

La Casa Blanca calificó ayer a Trump de amenaza a la democracia. La vocera de la presidencia, Jen Psaki, informó que en el discurso que ofrecerá el presidente Joe Biden hoy para marcar el primer aniversario, subrayará la responsabilidad singular que tiene el ex presidente Trump por el caos y la carnicería que vimos el pasado 6 de enero y que ha dejado claro “la amenaza que el ex presidente representa para nuestra democracia…”

El procurador general de Estados Unidos, Merrick Garland, en un discurso ayer en torno al aniversario, sostuvo que el Departamento de Justicia que él dirige está dedicado a asegurar que todo responsable a cualquier nivel, del 6 de enero rinda cuentas a la ley, sin importar si estaban presentes ese día o si, de otra manera, fueron criminalmente responsables por el asalto contra la democracia.

Resumió los saldos de la investigación criminal –la más grande jamás realizada por el Departamento de Justicia– de los acontecimientos del 6 de enero que resultaron en más de 700 arrestados. Garland aseguró: las acciones que hemos tomado hasta ahora no serán las últimas y que la investigación durará hasta que se haga justicia.

Sus palabras fueron, en parte, respuesta a la creciente impaciencia de quienes critican el ritmo lento de la investigación legal, y la ausencia hasta ahora de cargos formales contra altos funcionarios, asesores y aliados políticos del ex presidente –incluyendo varios legisladores federales– e incluso contra el propio Trump. Se habla de quienes invitaron, promovieron y planearon el intento de interrumpir el proceso constitucional, frenar la certificación de los resultados de la elección y mantener al mandatario derrotado en el poder. Eso, acusan muchos que califican ese complot de intento de golpe de Estado, incluyó los actos violentos del 6 de enero que dejaron a cinco muertos y más de 150 heridos, incluidos policías.

Algunos recuerdan que hubo 147 legisladores federales –todos aún presentes– que votaron en contra de la certificación de los resultados de la elección. Están entre los más de mil funcionarios públicos, tanto a nivel federal como estatal, identificados por un proyecto de investigación llamado el Insurrection Index, que están señalados como cómplices en el intento de Trump de revertir la elección al difundir desinformación o participando directamente en el asalto al Capitolio.

Mientras, en los principales medios, centros de análisis y sedes académicas se recordaron los sucesos del 6 de enero desde las memorias de legisladores, policías del Capitolio y periodistas llenos de ira, susto e incredulidad a los antecedentes e implicaciones de los hechos sin precedente para el país. Una y otra vez se afirma que el 6 de enero no empezó ni concluyó ese día.

Hubo un intento de derrocar la democracia estadunidense. Y no ha acabado. Ellos están organizando el próximo, no como una conspiración silenciosa, sino como un principio central de organización para la próxima elección, afirmó esta semana ante el pleno el senador demócrata Brian Schatz, reiterando el mensaje de muchos de sus colegas.

A la vez, casi todos los legisladores republicanos, incluidos los que condenaron el ataque ese mismo día, guardan silencio sobre el aniversario, con la excepción de ultraderechistas que siguen argumentando que fue una protesta, que la violencia fue generada por provocadores izquierdistas y que los arrestados son prisioneros políticos.

Pero suficientes republicanos aparentemente lograron convencer a Trump de que sería mejor si evita hacer declaraciones sobre las cuales, después, ellos tendrían que comentar, y el ex presidente informó que ha suspendido su ya anunciada conferencia de prensa programada para hoy.

La Jornada