El expresidente Jimmy Carter afirmó que Estados Unidos se convirtió en una oligarquía con sobornos políticos ilimitados tras la decisión que tomó en 2014 la Suprema Corte de eliminar los límites a las contribuciones a las campañas, y señaló que el ejercer una autoridad ilegítima dentro de nuestro sistema político se ha vuelto más extremo en los ocho años que han pasado desde entonces.
El término autoridad ilegítima con frecuencia se interpreta como un rasgo de las sociedades no democráticas; estados fallidos o colapsados. En realidad una autoridad ilegítima puede estar muy extendida en supuestas entidades democráticas como Estados Unidos.
La Suprema Corte estadunidense, por ejemplo, tiene la autoridad de emitir mandatos ejecutivos que van contra el interés público, e incluso, violan los derechos humanos. La política pública es afectada de manera abrumadora por élites políticas y grupos de interés. Estudios académicos demuestran que el público en general tiene poca o nula influencia independiente.
La legitimidad de la autoridad política en Estados Unidos es muy dudosa si consideramos la dinámica de la toma de decisiones y las reglas del juego.
Noam Chomsky –intelectual considerado un tesoro por millones de personas– nos da un verdadero tour de force en la denuncia de hechos poco sabidos de la historia legal de Estados Unidos, y revela con audacia cuántas de nuestras muchas instituciones y líderes ostentan una autoridad ilegítima y antidemocrática en gran parte del paisaje político y económico contemporáneo. Debemos asumir que toda autoridad es ilegítima, a menos que pueda justificarse a sí misma. El peso de las pruebas cae sobre los defensores de dicha autoridad, no en quienes la cuestionan, señala Chomsky.
El intelectual comparte sus visiones sobre el activismo y la urgencia de llevar a cabo una transición hacia un futuro sustentable. Chomsky es profesor emérito de lingüística en el MIT y actualmente es catedrático laureado en la Universidad de Arizona, ha publicado unos 150 libros de lingüística, política, pensamiento social, economía política, estudios mediáticos, política exterior estadunidense y asuntos internacionales.
C. J. Polychroniou (CJP): Noam, durante las pasadas dos décadas hemos atestiguado el surgimiento de la autoridad ilegítima. No pienso tanto en la creciente influencia de corporaciones trasnacionales o en procesos democráticos de un puñado de individuos designados o electos que afectan las vidas de millones de personas. Por ejemplo, jueces de la Suprema Corte fueron designados en sus puestos vitalicios por presidentes que perdieron el voto popular, y con mucha frecuencia, adoptan decisiones contrarias a las preferencias de la mayoría de los votantes. Otro ejemplo son los miembros del Congreso que bloquean proyectos de ley enfocados a mejorar el bienestar económico de los ciudadanos y la protección del ambiente y, en cambio, eligen leyes que benefician los intereses de cabildos poderosos. ¿Puedes comentar sobre esta desesperante situación en el paisaje político estadunidense?
Noam Chomsky (NCh): Tradicionalmente la Suprema Corte ha sido una institución reaccionaria, con excepciones. Las decisiones de la Corte Warren [conocida por haber eliminado la segregación racial en las escuelas. N. de la T.] mejoraron la libertad y los derechos básicos, pero no fue un hecho aislado. Hubo movimientos populares, principalmente afroestadunidenses, a los que se unieron otros, que hicieron posibles los fallos de la Corte Warren. La actual reaccionaria Corte Roberts se revierte hacia la norma y dedica sus esfuerzos a desalentar cualquier cambio. Esto ocurre, en gran medida, gracias a las intrigas y engaños de Mitch McConnell: la principal figura antidemocrática de la organización republicana, que ya no puede siquiera considerarse un auténtico partido político.
“Todo esto es bien sabido, o debería serlo, y comentaré sobre ello más adelante.
“Es menos sabido cuánto tiempo tiene dándose esta tendencia. Algo de la historia es conocida, pero no toda. Se sabe que el enorme poder de la Suprema Corte data de la decisión del juez John Marshall en el caso Marbury vs Madison, para hacer de la judicatura un intérprete del significado de la ley, con poderes más allá de los concedidos en la Constitución. Su designación, hecha por John Adams, y sus posteriores nombramientos y decisiones fueron diseñados para menoscabar a la recién elegida administración Jefferson.
“Las opiniones de Marshall tuvieron un inmenso impacto en dar forma al orden constitucional en cuanto a como es, de hecho, interpretado. Su impronta en la Corte no tiene igual. De nuevo, todo esto es bien sabido.
“Es menos conocido lo que se asume yace detrás de las principales decisiones de Marshall. Éstas han sido reveladas recientemente en el ámbito académico con el importante trabajo de Paul Finkelman, quien hizo el primer estudio sistemático de los fallos de Marshall sobre un elemento central en la historia de Estados Unidos: la esclavitud, tema que muy probablemente será eliminado de los planes de estudio si los republicanos recuperan el poder e implementan sus iniciativas totalitarias.
“Finkelman explora ‘el compromiso personal y político que el juez John Marshall tenía con la esclavitud, por haber sido un traficante de seres humanos toda su vida; y la profunda hostilidad que le inspiraba la presencia de negros libres en Estados Unidos’. Luego muestra los dictámenes judiciales de Marshall que ‘siempre apoyaron a los esclavistas cuando los negros clamaban ser libres’. De manera similar, consistentemente evitaba poner en efecto las leyes federales que limitaban el comercio de esclavos, después de que en 1808 se dictó la prohibición absoluta de traer nuevos esclavos a Estados Unidos. Como señala Finkelman, los dictámenes crueles y brutales de Marshall eran ‘congruentes con el apoyo personal y político que ejerció en favor de la esclavitud toda su vida’.
“Independientemente del impacto inmediato en las vidas de aquellos que eran tratados como infrahumanos en su época y a lo largo de la historia del país, Marshall no era un juez ordinario. Incluso decir que fue ‘quizá el juez de la Suprema Corte más influyente’ en la justicia del país es subestimar su verdadera importancia.
“Este no es lugar para revisar la larga, y a menudo sórdida, historia de la Corte. Basta recordar que difícilmente ésta concuerda con las consignas patrióticas impuestas como cánticos por los nuevos totalitarios en Washington.
“En cuanto al Congreso, la historia es mixta. Una característica constante es el estar al servicio de los ricos y poderosos apoyados por los medios que mencionas. El activismo popular ha probado algunas veces que es un contrapeso efectivo, con efectos mayores en la labor de civilizar al país. El New Deal de los años 30 a los 60 es el caso más reciente. A pesar de que las clases empresariales trabajaron duro para desgastar al New Deal, conservaron un fuerte apoyo, incluido el del último presidente conservador auténtico, Dwight Eisenhower. En su opinión: ‘Si cualquier partido político intenta abolir la seguridad social, el seguro para el desempleo, eliminar las leyes laborales y los programas agrícolas, no volverán a escuchar de ese partido en nuestra historia política. Existe un grupo que es como una diminuta astilla, y que cree en estas cosas, pero su número es insignificante y está formado por estúpidos’.
La Jornada