Desencanto en EU, a un año de la llegada de Biden a la Casa Blanca

Sin duda lo más importante en este primer aniversario del cambio de poder en la Casa Blanca es que Donald Trump no es presidente y que su proyecto protofascista fue frenado (por ahora) por un voto masivo de repudio, pero al cumplir su primer año de la presidencia de Joe Biden hay un creciente desánimo en la opinión pública, y desencanto entre defensores de derechos y libertades civiles, promotores de reformas migratorias y quienes esperaban un giro mayor en las relaciones exteriores.

Biden asumió el poder después del fracaso de un intento de golpe de Estado sin precedente en Estados Unidos, que incluyó la primera interrupción del principio sagrado del traslado pacífico del Poder Ejecutivo. Heredó un país azotado por crisis –sanitaria y económica– generadas por el mal manejo de la pandemia (causante de la pérdida innecesaria de cientos de miles de vidas), y políticamente polarizado a tal extremo que 12 meses después siguen al centro del debate político cotidiano alarmas sobre la estabilidad del sistema democrático ante amenazas de supresión y subversión del sufragio, golpes de Estado, guerras civiles y terrorismo doméstico ultraderechista.

Biden llegó a la presidencia prometiendo un retorno a la normalidad después del caos caprichoso de los últimos cuatro años con Trump, asegurando el restablecimiento del institucional dentro del país mientras proclamaba el retorno de Estados Unidos como líder internacional.

De inmediato impulsó una respuesta más coherente –y con base en la ciencia– a la pandemia con una estrategia de vacunación masiva, pruebas más accesibles y ahora enviadas a hogares de manera gratuita, y el uso de cubrebocas, entre otras medidas.

Ante la crisis económica, Biden de inmediato rompió con el consenso neoliberal bipartidista de los últimos 40 años al intervenir directamente en la economía con paquetes masivos de rescate, incluyendo apoyos directos destinados a los más vulnerables.

Su estrategia económica generó casi 6 millones de empleos, la cifra más alta registrada en un año, y mientras los pronósticos de desempleo para fin de año eran alarmantes hace 12 meses, 2021 acabó con una tasa de desocupación de sólo 3.9 por ciento. La pobreza ha descendido a niveles prepandemia, y se ha reducido 40 por ciento la tasa de pobreza de los niños, informó la Casa Blanca. Otros indicadores como salarios, ahorros y creación de empresas también son positivos.

La Jornada