“La respuesta del gobierno de Esteban Villegas no ha sido corregir el rumbo, sino exprimir más al ciudadano. Para 2025, se aprobó un aumento del 35% en los impuestos estatales y un 54% en los derechos. Se nos pide pagar más por un gobierno que gasta más en sí mismo y que no invierte en el futuro”.
El diagnóstico de las finanzas públicas de Durango es tan claro como alarmante: estamos atrapados en un círculo vicioso de dependencia, gasto burocrático y estancamiento económico.
El presupuesto estatal, lejos de ser un motor de desarrollo, se ha convertido en el principal lastre. Con un 83% de los ingresos provenientes de la Federación y apenas un 15% de recaudación propia, la entidad opera con un margen de maniobra mínimo.
Lo verdaderamente preocupante es el destino de esos fondos. Casi ocho de cada diez pesos (77%) se destinan a gasto corriente: sueldos, materiales y servicios para mantener a flote un aparato gubernamental que es el principal empleador del estado. Mientras tanto, la inversión pública en infraestructura, clave para el crecimiento, es raquítica, promediando un anémico 3.9% entre 2022 y 2025.
La respuesta del gobierno no ha sido corregir el rumbo, sino exprimir más al ciudadano. No olvidemos que entre 2022 y 2023, la Ley de Ingresos ya reportó incrementos significativos: los impuestos locales subieron 37.7% y los derechos 31.7% (destacó el polémico Replaqueo y el Impuesto Sobre Nómina que fueron los que más aumentaron). Y la tendencia siguió para 2025, se aprobó un aumento del 35% en los impuestos estatales y un 54% en los derechos (acentuando una vez más el Impuesto Sobre Nómina y el controvertido Fomento Educativo). Se nos pide pagar más por un gobierno que gasta más en sí mismo y que no invierte en el futuro. Esta inercia, justificada por «compromisos políticos» y defendida por la pasividad de las cámaras empresariales y la sociedad civil en conjunto, nos condena al letargo.
Romper este ciclo exige más que voluntad; requiere una valiente y radical reingeniería del presupuesto. La solución no está en cobrar más, sino en gastar mejor. ¿Cómo Lograrlo?
- Reestructura Profunda del Gasto: Es imperativo auditar cada peso del gasto corriente. Se debe iniciar un proceso de adelgazamiento del gobierno, eliminando duplicidades y puestos no esenciales. Un gobierno más pequeño y eficiente no solo libera recursos, sino que agiliza la toma de decisiones. Los anuncios de despidos masivos en Salud para este fin de año 2025, por ejemplo, me temo que no pasaron por un análisis de prioridades.
- Inversión Pública como Prioridad Absoluta: El objetivo debe ser invertir la proporción actual. El gasto en infraestructura productiva —carreteras, parques industriales, tecnología— debe ser el protagonista del presupuesto, no una nota al pie de página. Cada peso invertido debe tener un efecto multiplicador en la economía.
- Fomento a la Proveeduría Local: El gobierno, como principal comprador, debe convertirse en el motor del mercado interno. Es fundamental establecer políticas de compra que prioricen a las empresas de Durango. Fortalecer a nuestros empresarios es fortalecer nuestra economía y nuestra capacidad de generar ingresos propios.
- Consolidación Fiscal con Visión a Futuro: La deuda solo es justificable si se destina a proyectos que generen crecimiento y, por ende, futuros ingresos. Usarla para cubrir gastos operativos es hipotecar el futuro para mantener una estructura insostenible.
Estamos a mitad del sexenio y el tiempo se agota. O se toman decisiones audaces para transformar el presupuesto en una herramienta de progreso, o seguiremos administrando la decadencia. La pregunta para el gobierno, los empresarios y la sociedad es: ¿seguiremos financiando la inercia o empezaremos a invertir en nuestro futuro?
Leonardo Álvarez / @leon_alvarez



