«La primera mitad de este sexenio no ha sido, ni de lejos, un tiempo tranquilo. Sin embargo, en medio de la violencia de los criminales y de los constantes pleitos de la clase política, hemos tenido un factor de relativa estabilidad. El magisterio, y los otros grandes colectivos sindicales y agrarios, esos que frecuentemente fueron el coco de los gobiernos del periodo “neoliberal”, han llevado la fiesta relativamente en paz.
Hay razones para que así haya sido hasta ahora. La 4T no buscó impulsar, como sí lo hicieron gobiernos anteriores, acciones que golpearan donde duele a los actores más combativos del país. En los 32 meses que AMLO lleva en Palacio Nacional no se ha buscado nada equiparable al decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, que Calderón publicó –de manera sorpresiva y corriendo un enorme riesgo– en octubre de 2009 (el decreto afectó a un sindicato de 44 mil trabajadores que controlaban nada menos que el suministro de energía del Valle de México). Mucho menos se puede hablar de algo similar a la “reforma educativa” de Peña Nieto. En ese empeño se fueron años de forcejeos con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que varias veces se salieron de control»: Eduardo Guerrero.