El miedo a la guerra crece con tropas rusas en Ucrania, mientras la diplomacia decae

Una temida invasión rusa a Ucrania parecía inminente el lunes, si no es que ya en marcha, luego de que el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó el envío de tropas a las regiones separatistas del este de Ucrania.

Un ambiguo decreto firmado por Putin no indicaba si las tropas ya estaban en marcha y describía la orden como una labor para “mantener la paz”. Sin embargo, parecía echar por la borda las últimas esperanzas de evitar un conflicto a gran escala en Europa que podría resultar en una inmensa cantidad de muertes, escasez de energía en el continente y caos económico en todo el mundo.

La directriz de Putin se produjo horas después de que reconoció a las regiones separatistas en un discurso disperso y en el que alteró algunos hechos sobre la historia de Europa. El reconocimiento allana el camino para que Rusia les brinde apoyo militar y antagonice con los gobernantes de Occidente que consideran dicha medida como una violación injusta al orden mundial.

En una clara muestra de urgencia, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sostendrá una reunión de emergencia el lunes por la noche a petición de Ucrania, Estados Unidos y otros seis países. El Presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, intentó proyectar calma y le dijo a su nación: “No le tenemos miedo a nadie ni a nada. No le debemos nada a nadie. Y no le regalaremos nada a nadie”.

La Casa Blanca emitió una orden ejecutiva con el fin de restringir las inversiones y el comercio en las regiones separatistas, y el martes anunciaría medidas adicionales, probablemente sanciones. Esas sanciones son independientes de lo que Washington ha preparado en caso de una invasión rusa, según un alto funcionario del gobierno que habló con los reporteros a condición de guardar el anonimato.

Todo ello se produce en medio de un repunte en los combates en el este de Ucrania, mismos que las potencias de Occidente creen que Rusia podría usar como pretexto para atacar a la nación vecina, una democracia prooccidental que ha rechazado los intentos de Moscú de mantenerla bajo su influencia.

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