En cifras, así podríamos expresar una parte de la amplia desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral: por cada 100 hombres registrados en un puesto de trabajo ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en junio pasado, había apenas 63 mujeres.
También podríamos decir que hay más mujeres desempleadas que hombres, que ellas componen la mayoría del sector informal y que muchas de quienes tienen un ingreso por su trabajo son pobres, con mayor frecuencia que los hombres. Para observar de manera más clara estas brechas, la organización México ¿Cómo Vamos? (MCV) lanzó cuatro semáforos económicos por sexo.
Los cuatro indicadores, o semáforos son sobre:
1.- El empleo formal
2.- La informalidad laboral
3.- La pobreza laboral
4- El Estado de derecho
5.- El objetivo, sostiene MCV, es “contribuir a la discusión de políticas públicas a partir de datos”. Visibilizar este problema, destaca, es “imprescindible para el diseño de política pública que eleve el bienestar” de las personas.
En México hay casi 50.8 millones de mujeres en edad para trabajar y poco más de 46 millones de hombres, según MCV con base en información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Sin embargo, la tasa de participación laboral para ellas es de 41%, es decir, que el 59% no ha podido ingresar al mercado de trabajo. En cambio, 74% de los hombres sí lo ha logrado.
El primer semáforo refleja los puestos de trabajo formales creados o eliminados en el registro del IMSS, explica la organización. Según MCV, para que todas las personas que se van incorporando a la población económicamente activa tengan un empleo formal se requieren generar 100,000 puestos al mes —50,000 para mujeres y 50,000 para hombres— para llegar a una meta de 1.2 millones al año.
Para el primer semestre del año el IMSS reportó que iban 401,648 plazas creadas. Desde la crisis a causa de la pandemia de covid-19 “la recuperación de los puestos de trabajo ha sido asimétrica entre sectores y entidades federativas, así como entre hombres y mujeres”, indica el informe de la organización.
Antes de la pandemia de covid-19 el mercado laboral de las mujeres ya era precario, pero el cierre de establecimientos del sector servicios y las tareas de cuidados en el hogar lo agravaron. Por ello se “requiere una política pública agresiva que sea capaz de insertar a más mujeres en el mercado laboral formal”.




