Finanzas Públicas en Durango; el talón de Aquiles

Sin industria no hay desarrollo. Durango tiene una economía desindustrializada, se sostiene del sector primario y terciario –que no generan alto valor agregado- por lo que la dependencia estructural y sistemática por recursos federales es abrumadora. Ello, a pesar de que, forzados por la necesidad de mayores flujos de efectivo a partir de la escandalosa gestión de José Rosas Aispuro Torres 2016-2022, se han realizado esfuerzos por recaudar más impuestos estatales. Sin embargo, no es casual que el sector público sea el principal empleador de la entidad.

Con base a datos de la Ley de ingresos 2025 del Congreso del Estado, Durango es una entidad cuyos ingresos propios apenas representan el 15% del presupuesto estatal total. https://gdinnovaciones.com/wp-content/uploads/2025/01/Dime-como-gastas-y-te-dire-quien-eres-primera-parte-21-ene-25-2.pdf

Para el año 2025, el Gobierno del Estado de Durango prevé ingresar $ 47,177 millones de pesos. De ese monto, 83% es de origen federal; en tanto que, 15% son recursos propios.

En ese contexto, el presupuesto durante el periodo 2022–2025, que corresponde al actual sexenio de Esteban Villegas ha sido francamente desalentador para el crecimiento económico: por objeto de gasto, la inversión pública destinada a infraestructura no contribuye al desarrollo local, es apenas de 3.9% anual promedio. Desafortunadamente, casi ocho (8) de cada 10 pesos o 77%, están comprometidos en gasto corriente (Servicios personales, materiales, generales y bienes muebles). Si el presupuesto público del estado no sufre una radical reingeniería, estamos destinados al letargo y estancamiento económicos. La triste realidad es que el presupuesto sigue siendo inercial y requiere de cambios drásticos y re-ingeniería.

Para el ejercicio fiscal 2025, 48.9% del gasto público está comprometido en transferencias y participaciones; en tanto que, 36.4% para servicios personales. Incluso, la deuda pública contemplada en el ejercicio del gasto 2025, es más del doble de lo presupuestado para la inversión pública.

¿Por qué no se realiza una reingeniería o reestructura del gasto público en Durango?

Lo primero que se me ocurre para explicarlo, es porque existen compromisos políticos ineludibles, no es que no estén enterados lo que toman decisiones. Es que hay factores coyunturales que impiden una redistribución del gasto. Hay sectores a los que así les conviene mantenerlo. En los hechos, solo se han limitado a incrementar los impuestos estatales por la urgente necesidad de maniobrar un déficit público que ronda los dos mil millones de pesos anuales.

Las cámaras empresariales y el sector privado, al parecer, no tienen inconveniente en que los impuestos locales crezcan, aunque no les beneficien. No se manifiestan al respecto, o no los toman en cuenta. En 2023, aumentaron 35.7% los impuestos estatales y en 2024, prácticamente no hubo aumento. Tan solo en la Ley de Ingresos 2025, la actual administración decidió aumentar los impuestos estatales en 35%, esto respecto del año 2024.

Los impuestos que más aumentaron: Nómina, 55%; Fomento a la Educación, 42%; y Bebidas alcohólicas, 36%.

En lo que concierne a los derechos, en 2023, el gobierno del estado aumentó 31.7% los derechos y tarifas de gobierno; mientras que, en 2024, no hubo aumento. Para el año 2025, se contempló un aumento del 54% en la recaudación local por concepto de derechos: Concesiones de transporte, aumentaron 59%; Otros derechos, 45%; y por Registro público, 34%.

En razón del aumento de impuestos y derechos (42% promedio si consideramos solo el aumento entre 2024 y 2025), los ciudadanos tenemos grandes expectativas en los resultados de gobierno.

En Durango, el gasto público es completamente inercial, cíclico y no responde a una necesidad urgente de promover políticas públicas para crecer o incidir en mayor inversión pública y multiplicarla para estimular los sectores productivos.

Aunque la deuda pública estatal ($11,139 millones de pesos al primer trimestre 2025), no pone en riesgo las finanzas públicas, no está destinada a rubros de infraestructura sino a cubrir gastos de operación. Resulta imprescindible reestructurar, plantear seriamente la reingeniería del presupuesto público y transitar por un sólido proceso de consolidación fiscal.

Este defecto estructural enfrenta numerosos obstáculos clientelares, formales e informales, e inercias históricas que, para modificarlo, requieren más allá de planes sexenales y voluntad política. Pone en evidencia la escasa influencia de las principales Cámaras y Sectores Industriales de la entidad, cuyo papel promotor de crecimiento económico debemos cuestionar. No son la locomotora que requiere una economía local y se han reducido a ser una clientela más del poder político en turno.

Llegamos a la mitad del sexenio 2022-2028 en Durango. Es claro que al equipo que acompaña al actual poder ejecutivo, y al propio gobernador, no le interesa cambiar el estatus actual en el uso de los dineros públicos.

La clave está en que no existe una estrategia que se enfoque en incrementar la infraestructura productiva y recuperar confianza y capital social representado por ciudadanos, empresarios, académicos e inversionistas, por citar solo algunos actores. Y eso no se construye por arte de magia, por decreto o con buenas intenciones.

Leonardo Álvarez

@leon_alvarez