Las fichas de Coca Cola

La Coca Cola es habitual en la vida de los mexicanos: en sus alimentos de cada día, en sus festejos e, incluso, en los altares para recordar a sus muertos. Después de Estados Unidos, México es el mercado más importante para esta firma refresquera: del volumen total de refrescos destinados a América Latina, un 47 por ciento es comprado en este país.

The Coca Cola Company presta especial atención a sus 120 millones de clientes mexicanos y le preocupan las políticas públicas que se implementan en el país. Incluso, en sus informes anuales hace análisis sobre las medidas que plantean los distintos gobiernos; también proyecta ante sus socios la manera en que éstas afectarán sus operaciones y, sobre todo, sus ganancias. Por eso, en México lleva a cabo estrategias con el fin de prevenir, retrasar o debilitar las regulaciones que restringen sus actividades.

El fichaje de políticos es uno de sus métodos. Su modus operandi es sumar expresidentes, exsecretarios de Estado y otro tipo de servidores públicos a sus filas con el fin de obtener beneficios gracias a sus relaciones y tener influencia en el ámbito político. A este movimiento de funcionarios de alto nivel que dejan la función pública para entrar al sector privado y viceversa se le conoce como “puertas giratorias”.

México “es el país donde las redes entre las élites empresariales están más unidas en el mundo, gracias a asociaciones como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios. Gracias a iniciativas incluso alentadas por el propio Estado, los grandes empresarios de México fueron tejiendo muchas redes entre ellos”, explica Julián Cárdenas, investigador de la Universidad de Valencia, quien ha analizado particularmente este fenómeno, así como los vínculos entre empresas y servicio público.

Vicente Fox es quien más ha hablado sobre su relación con la empresa. Fue empleado de Coca Cola durante 14 años antes de ingresar a la política. Para llegar a la presidencia, buscó apoyo de todos los sectores. En 1998, creó la asociación civil Amigos de Fox, con ayuda de excompañeros suyos en la embotelladora, como Lino Korrodi –su coordinador de campaña electoral– y José Luis González González, “El Bigotón”, quien había sido presidente de Coca Cola México. De hecho, Coca Cola fue quien dio los primeros donativos al expresidente para su campaña, según confesó él mismo, en 2018, al podcast Household name.

Una vez en el poder, Fox sumó a su equipo a Cristóbal Jaime Jaquez, quien laboró en la refresquera por 12 años. Lo puso como director de la Comisión Nacional del Agua; durante esa gestión se triplicaron las concesiones de agua que tenían subsidiarios de Coca Cola y Nestlé. El expresidente también invitó como secretario de Energía a Fernando Elizondo Barragán, nieto de Manuel Barragán Escamilla, fundador de Arca Continental, la segunda embotelladora de Coca Cola más grande de América Latina.

El caso de Fox no es único. Ernesto Zedillo (1994-2000) también se sumó como consejero a las filas de The Coca Cola Company. Lo hizo justo después de dejar la presidencia. Durante su gobierno había permitido que la publicidad de alimentos y bebidas fuera autorregulada por la propia industria. Algunos de sus excolaboradores siguieron sus pasos y se sumaron a Coca Cola. Uno de ellos, Genaro Borrego, había dirigido el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); otro, Roberto Campa Cifrián, había sido secretario del Trabajo y Previsión Social, subsecretario de Gobernación y procurador federal del consumidor.

Uno más que estableció vínculos con Coca Cola fue Luis Téllez Kuenzler, jefe de oficina de la presidencia de Zedillo y luego secretario de Energía. Fue consejero de FEMSA hasta 2005. Un año después se incorporó al gobierno del expresidente Felipe Calderón como secretario de Comunicaciones y Transportes.

Proceso