Memorias de un exnazi español

Madrid.- David Saavedra resume así su pasado reciente: “Admiré la Alemania que creó Adolf Hitler.­ Me rapé el pelo al cero y adopté la estética skinhead. Me tatué la espalda con un enorme retrato de Rudolf Hess, lugarteniente del führer. Contribuí a crear diversos grupos NS (nacionalsocialistas). Elaboré un censo de judíos en la ciudad de Pontevedra. Defendí la supremacía de la raza blanca. Me enfrenté a militantes antifascistas. Creí que el papel de la mujer se limitaba a dar hijos sanos a la patria. Me preparé físicamente para la batalla, participando en entrenamientos físicos extremos en la sierra de Madrid. Odié a los camaradas que preferían hablar en lugar de actuar.

“Igual de rápido que ascendí hasta la cima de la organización, me despeñé por un precipicio que me situó a las puertas del terrorismo. Un día empecé a dudar. Inicié un proceso que me vació por dentro y por fuera. Me quedé sin amistades, sin bares a los que acudir, sin ideas en las que refugiarme. El cañón de una pistola metido en la boca fue la señal de que había tocado fondo.”

Es una pincelada de las más de dos décadas en que formó parte de organizaciones nazis en España, hasta su actual proceso de desconexión de esa burbuja, que él prefiere denominar “proceso de reconexión” o de reconducción de esa etapa de supremacista nuevamente a la realidad.

Proceso