El poder de amansar a los animales salvajes
Orfeo fue el Mozart del mundo antiguo. Más que eso. Orfeo fue el Cole Porter, el Shakespeare, el Lennon/McCartney, Adele, Prince, Luciano Pavarotti, Lady Gaga y Kendrick Lamar del mundo antiguo; el reconocido experto en aunar con dulzura música y palabras. Su fama se extendió a lo largo de su vida por todo el Mediterráneo y más allá. Se decía que su voz pura y su simpar talento para los instrumentos eran capaces de hechizar a los animales salvajes, a los peces del mar, a las aves del aire e incluso a las rocas y aguas inertes. Los ríos mismos desviaban sus cursos para escucharlo. Hermes inventó la lira, Apolo la mejoró, pero Orfeo la perfeccionó.
Hay consenso en la identidad de la madre, pero no tanto en la del padre. Llegamos a un tema que se repite con muchas variaciones en esta Edad de los Héroes. La de la doble paternidad. Calíope, Voz Hermosa, la musa de la poesía épica, era la madre de Orfeo con un mortal, el rey tracio Eagro.1 Pero se creía que Apolo también era padre de Orfeo, y Orfeo fue un gran favorito de este dios. En cualquier caso, Orfeo niño jugó con su madre y ocho tías musas en el monte Parnaso y fue allí donde el afectuoso Apolo obsequió a su hijo con una lira de oro que le enseñó a tocar personalmente. Pronto la habilidad del niño prodigio con el instrumento superó la del padre, el dios de la música. A diferencia de Marsias, que fue tal vez su hermanastro, Orfeo no presumió de su pericia ni cometió el error de retar a su divino padre a una competición.2 En lugar de eso, se pasó la vida entera perfeccionando su arte, encantando a los pájaros del aire, a los animales del campo, haciendo que las ramas de los árboles se doblasen para escuchar su lira y haciendo saltar y burbujear jubilosos a los peces en sus suaves y seductoras ondas. Su carácter coincidía con la dulzura de su instrumento y su canto. Tocaba por amor a la música y sus canciones celebraban la belleza del mundo y la gloria del amor.




