Riesgo país se dispara en América Latina

El aumento de los niveles de inflación y el incremento de contagios de Covid-19, son factores que dispararon el riesgo país de las naciones de América Latina, incluyendo México, el cuál repunto 5.17% en 10 días, pues el indicador pasó de 3.48 puntos del EMBI el 15 de noviembre a 3.66 puntos el 24 de noviembre.

El riesgo país de México avanzó hasta su peor nivel desde el 23 de agosto, es decir, su peor nivel en 12 semanas. Ya superó su nivel de inicios de año de 3.61 puntos y avanza 1.62% en el 2021.

En promedio, el riesgo país para las economías de Latinoamérica se ubica en 3.88 puntos, y ha tenido un incremento de 4.86% en los últimos días. Para el caso mexicano, el nivel del indicador aún se encuentra por debajo del promedio en 3.66 puntos, pero el incremento fue mucho más drástico que la media de la región.

El EMBI (Emerging Markets Bonds Index o Indicador de Bonos de Mercados Emergentes) es el principal indicador de riesgo país y está calculado por JP Morgan Chase. Es la diferencia de tasa de interés que pagan los bonos denominados en dólares, emitidos por países subdesarrollados, y los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, que se consideran libres de riesgo.

El vicepresidente de Inversiones en la administradora de Fondos, Franklin Templeton, Luis Gonzali, dijo que “hay varios factores que han presionado al riesgo país en América Latina, como el inicio del tapering de la Reserva Federal de Estados Unidos, lo que tiende a fortalecer al dólar y a debilitar el mercado emergente”.

Agregó que “en el caso de México, tenemos la propuesta de Victoria Rodríguez para gobernadora del Banco de México, que el mercado no tomó muy bien. Eso presionó al riesgo país”.

Carlos Hernández, analista senior en Masari Casa de Bolsa, mencionó que “en México, se refleja una mayor ponderación por el factor externo, sin embargo, la prima de riesgo nacional podría estar descontando dos elementos. Por un lado, la continuidad al alza de la inflación podría generar desequilibrios macroeconómicos internos; y los procesos de evaluación referente a la dirección de la política monetaria futura, principalmente buscar una mayor claridad de la estructura.

El Economista