Desde hace dos meses, la sargento Adarely F.J. duerme en el cuartel de la 36 zona militar en Tapachula, Chiapas, por miedo a que le hagan algo. Meses atrás, notó que la seguían en su camino a la casa que rentaba y en su oficina recibió una amenaza de muerte. Le dijo a su mamá que mejor se quedaría en las instalaciones militares por si un día no la encuentra, sepa que ahí está.
Después de 10 años en el Ejército, la sargento de 30 años se enfrenta a la institución tras ser víctima de acoso y abuso sexual. Luego de denunciar, la vigilancia sobre sus pasos y el hostigamiento sobre sus actividades se han intensificado.
“Tengo miedo por mi integridad física”, dice en entrevista Adarely F.J. “No sabes el poder que tiene un comandante o un general”, añade.
Todo comenzó cuando rechazó las insinuaciones del general brigadier Juan José G.R., jefe del Estado Mayor de la séptima región.
El 25 de septiembre de 2021, fue castigada con un arresto por no hacer correctamente las demostraciones de respeto a un superior. El general G.R. la mandó a llamar, le dijo que ya sabía que la habían arrestado y le preguntó en dos ocasiones: “¿cómo lo quieres arreglar?”.
“En un tono tal, como si me estuviera haciendo una propuesta indecorosa, lo cual me hizo sentir más incómoda, ya que en todo momento su actitud fue libidinosa y constantemente dirigía su mirada, sin ninguna discreción, hacia mis pechos”, dice en la solicitud de audiencia que interpuso la sargento ante la Fiscalía General de Justicia Militar.
Ella le respondió que él era el jefe del Estado Mayor y que tenía que actuar de forma justa. Él se molestó. Después de ese día, la militar comenzó a sentir que sus superiores la humillaban a la menor provocación.
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